La Princesa y el Rey se estaban quemando en aquella fosa, las llamas los sobrapasaban y les enronchaban la piel. Gritaron los dos, pidiendo ayuda, más nadie iba a salvarlos.
Pero alguien pasó por casualidad, unas brujas las sobrevolaron, eran diez, e iban en hilera.
-¡Heyyyy, aquíiii!-dijo con una voz muy potente.-Soy su Princesa, ¡heeyyy!
La octava bruja se percató de los gritos de la Princesa y obligó a las demás brujas que descendieran junto a ella.
Las brujas le tiraron a Fulgor dos cadenas, Fulgor ató a su padre por la cintura a una cadena, y ella se afirmó de la segunda cadena.
Ascendieron padre e hija, abordaron en escobas diferentes y fueron llevados a Hamerlot