-vamos- ordenó el rey a su hija.
Fulgor obedeció y salió de su habitacion, donde se encontraba pensando en la reacción de su padre al ver sus cortes.
El Rey George fue a buscar a su hija porque debían ir a ver al reino recién aliado: Rahenhall.
Aparte de empezar a ser aliados, el príncipe de Rahenhall le traía de regalo un dragón a la princesa Fulgor. Regalo de príncipe a princesa. Y de princesa a príncipe el regalo sería piedras mágicas de resurrección de animales.
Una carroza llevó al rey George y a su hija hasta la "Colina del Príncipe" apodada así por una vieja leyenda del reino.
Al llegar a la cima los esperaba una tienda de linaje ultra precioso, con comida y exóticas bebidas .
Esa fue la primera vez que Fulgor se dio cuenta de los lujos que poseía. Sintió rabia.
Pasaron a la tienda y se ciñeron de comida y bebida. Fulgor no tocó la comida.
Transcurrieron las horas y unas trompetas se empezaron a escuchar a lo lejos.
También a lo lejos se vio una carroza de oro.
Pero tuvieron que esperar mas, pues esperaron que la carroza llegara a la falda de la colina, y que luego subiera hasta la tienda donde estaba la joven.
Transcurrieron dos horas y la carroza se estacionó en la cima de la colina.
De la carroza bajó un joven alto y esbelto, con el pelo negro y la test blanca. Los ojos del príncipe eran también negros y se conectaron inmediatamente con los de Fulgor. Enamorándose.
Se acercó el príncipe hacia la princesa, haciéndole una reverencia y besando su mano como gesto muy gentil. Y ocupando palabras muy adecuadas y correctas. También saludó al rey George, estrechándole la mano. George le preguntó al príncipe dónde estaba su padre. Y este, con un tanto de pena le estuvo al tanto al rey de la súbita muerte del rey de Rahenhall.
-lo siento mucho, Bahum.- dijo el rey George
El también rey Bahum se volvió y le dijo a Fulgor:
- mi regalo, bella princesa.
El Rey Bahum silbó con gran fuerza y desde la carroza salió despedido un dragón color oro.
La cara de Fulgor se fue al piso de la emoción. Ya sabía que iba a recibir un dragón, pero ella interpretó que sería una pintura o algo por el estilo, ¡pero nunca algo que pudiera volar!
El Dragón se posó en el hombro de Fulgor, causando un tanto de miedo en la cara de la chica. Pero le gustó. No le temió. Amó a su nueva mascota.
Fulgor sintió un poco de vergüenza por los regalos que le iba a dar al rey, pero se armó de valor.
-mi rey, su regalo- Fulgor se volvió y sacó unas piedras desde una almohadilla de lino que tenía detrás de ella - son piedras de resurrección de animales.
De mano a mano se pasaron tres piedras. Una amarilla, otra verde y otra naranja.
-¿cómo las ocupo?- preguntó el rey Bahum muy amablemente.
Fulgor reaccionó y le explicó que debía botar la piedra al suelo y decir el nombre del animal, o al menos su raza. También le explicó que cada piedra se podía volver a ocupar tres veces.
El Rey Bahum hizo caso y tiró al suelo la piedra naranja mientras decía "Armelia" . del suelo salió un dragón de grandes alas y con un gran hocico. La fiera se veía intimidante, pero al verla posada al lado del rey como un cahorro, no asustaba en nada.
El dragón resucitado había muerto hace ya dos años, le contaba el rey a la princesa camino al castillo.
-tu castillo es hermoso- acotó el rey Bahum.
- ya lo querrás conocer desde mas adentro - dijo Fulgor.