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79. Macbeth XX

"¿Hola? ¿Hola? ¿Hola?" Cuando nadie habló en el otro extremo, Lang Qiao se puso bastante nerviosa de inmediato. "¿Sigues ahí, jefe? ¡Dame un pío, que no hagas ruido me está haciendo entrar en pánico!"

"Está bien", respondió Luo Wenzhou distraídamente. "Estoy bien." 

Cuando terminó, no escuchó el parloteo de Lang Qiao, sino que colgó el teléfono por iniciativa propia. 

No había ventilación en el sótano. El aire estaba estancado. Contra el fondo blanco, impregnaba un leve olor a sangre. Había un cabello largo enganchado en los auriculares que colgaban del respaldo de la silla. Luo Wenzhou  lo quitó con cuidado, sus dedos rozaron el respaldo frío del sillón reclinable. 

Los cinturones de confinamiento mostraban claras huellas de desgaste. 

Esta era una configuración típica para la "terapia de aversión": mientras la pantalla proyectaba imágenes, el estímulo de las descargas eléctricas y las drogas obligaba a la persona que se había atado al sillón reclinable a establecer un reflejo condicionado, haciéndole asociar el dolor profundamente arraigado con las imágenes que estaba viendo, desencadenando un asco fisiológico, con el objetivo de "corregir" algún tipo de comportamiento…o algún tipo de pensamiento.

El cuerpo humano era como un instrumento preciso. Al ver comida deliciosa, la desearía. Al ver a una persona hermosa, se sentiría atraído. Sentía dolor cuando lo golpeaban, derramaba lágrimas cuando le rompían el corazón… Cada tipo de sensación correspondía a un sentimiento transmitido por los órganos sensoriales. Y la dirá "terapia de aversión"  era como sacar los cables del cuerpo humano y forzarlos en puertos incongruentes, y usar un soldador para reforzar la conexión. 

Pero, ¿cómo podría un ser humano de carne y hueso convertirse en una placa de circuito, que sus conexiones se cambien casualmente? 

Incluso un circuito impreso puede provocar un cortocircuito bajo ese tipo de "modificación personalizada", entonces, ¿qué pasa con un cuerpo vivo?

El rabillo del ojo de Luo Wenzhou se contrajo ferozmente, recordando el tatuaje en constante cambio de Fei Du. ¿Fue para ocultar las cicatrices?

¿Fueron sus frecuentes viajes aquí para venir a este lugar y "recargar sus baterías"? 

¿No tenía miedo de hacerse accidentalmente un daño irreparable? 

Incluso podría simplemente suicidarse, y su cuerpo se pudriría en el sótano negro y sin luz. Nadie lo encontraría durante meses. 

Un joven maestro bien alimentado, bien vestido, exquisito hasta los marcos de sus lentes, ¿no tenía miedo de convertirse en un montón de carne podrida, siendo revelado bajo la luz del día junto con los gusanos?

Oh, cierto. Tal vez Fei Du realmente no tenía miedo. 

No tenía absolutamente ninguna reverencia por la vida y la muerte y no se preocupaba en absoluto por su cuerpo. No se detendría ante nada, porque parecía que realmente no le importaba nada. Si estiraba la pata aquí algún día, probablemente todavía estaría muy tranquilo. No le importaba con quién andaba, no le importaba con quién se acostaba. Todo en él era un gran "lo que sea" y, sin embargo, prefería venir aquí solo y atarse a esta silla eléctrica, jugando con su vida, en lugar de dejar escapar el más mínimo discurso sincero a nadie. 

Envuelto en la atmósfera sombría del sótano, cuando la conmoción inicial y la profusión de sentimientos habían pasado, una ira hirvió en Luo Wenzhou que lo mareó. Nada le hubiera gustado más que arremeter hasta el segundo piso y derribar la puerta de Fei Du, arrastrarlo hasta el lavabo del baño y darle una buena lección con agua fría; una y otra vez, el imbécil había ignorado sus advertencias, lo siguió fingiendo una seriedad absoluta, hasta que estuvo listo para tomarlo en serio, listo para tomarlo en su corazón...