CAPITOLO SETTE

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-A sus órdenes -dijo Tul y Morgan se lo imaginó haciendo el saludo militar.

-¿Algo más de qué informar? - preguntó Mateo.

Morgan pensó en contarle lo que había comentado Gulf acerca de la canción. Se lo imaginaba, todo atildado y distinguido, dejando que un niño se colocara sobre sus zapatos relucientes para poder enseñarlo a bailar. Pero al final se guardó esa reminiscencia en el corazón.

-Ya está - le contestó. Brindo por el éxito.

Los tres repitieron las palabras de Morgan  antes de colgar. Y Morgan regresó al salón a atender a sus invitados.

-¿Cómo os conocisteis?

--Me parece tan agradable saber que Mew tiene un joven amigo...

-¿Y a qué te dedicas, querido?

Gulf miraba de una mujer a un hombre al tiempo, cada vez más aturdido con sus comentarios y preguntas. Había estado en la gloria entre los brazos de Mew, feliz de ser un invitado en la fiesta de Morgan Roller. Pero eso...

Empezaba a ver las desventajas; las razones por las que Mew había preferido saltarse la fiesta y salir directamente por la puerta de servicio.

Esas chicas  y chicos tenían un plan y si no se equivocaba, estaba en el menú de Mew como posible manjar.

Él lo había sabido, por supuesto, que las mujeres y uno que otro chico los rodearían y atacarían. Y por esa razón lo había abandonado después del baile. Era su venganza.

Sonrió educadamente a las mujeres, agradecido de que ninguna se hubiera dado cuenta aún de que estaba evitando todas sus preguntas con suma habilidad.

Alzó la vista por encima del mar de cabeza gris azuladas y lo miró a los ojos, esperando que entendiera que necesitaba volver a su lado. En ese mismo instante.

Él alzó una copa de champán que tenía en la mano como si le estuviera ofreciendo tomar una. El suspiró y asintió. Champán, vino, whisky solo... Cualquier cosa que lo ayudara a pasar aquel mal trago.

Lo cierto era que, en circunstancias normales, tal vez incluso hubiera disfrutado de ello. Como se había educado con sus abuelos, se llevaba bien con la gente mayor. Pero esas circunstancias no eran normales.

-¿Estáis saliendo Mew y tú, querido?

Empezó a pensar en una respuesta, pero afortunadamente, en ese momento el mismo Mew apareció a su lado y le pasó una copa. Acto seguido le tomó la mano libre y le entrelazó los dedos. Aparentemente fue un gesto superficial, aunque a el no le pareciera así; sobre todo porque él le apretaba los dedos con firmeza y suavidad al mismo tiempo y también porque lo miraba con esa sonrisa de medio lado y esos ojos soñadores que lo encandilaban.

-Mira, Raquel -dijo él, entrando en la conversación-, sabes que no estoy saliendo con nadie en particular en este momento.

Gulf sintió un alivio enorme cuando oyó lo que decía Mew. Qué ridiculez.

La mujer de gafas sonrió y golpeó el suelo de parqué delante de él con la punta de su bastón.

-Pero puedo tener esperanzas.

--Señoras -dijo, echándole el brazo a Gulf-. Me temo que Josef y yo tenemos que marcharnos.

¡Por fin!

-Ha sido un placer conocerlas.

Se despidieron de unas cuantas personas más y salieron al vestíbulo principal. Morgan los acompañó hasta la puerta y les dio un beso a cada uno.

B⃤E⃤S⃤O⃤S⃤ R⃤O⃤B⃤A⃤D⃤O⃤S⃤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora