CAPITOLO DODICI

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Cruzó el espacio que los separaba y se plantó delante de él. Olía de maravilla y Mew pensó en lo mucho que le gustaría saborear cada centímetro de su delicioso cuerpo. En lugar de eso apretó los puños y adoptó una expresión formal. El se acercó un poco más y aunque no lo tocó fue como si lo estuviera haciendo.

-No sé... -se mordió el labio inferior-. He dejado ya todo eso. Quiero decir yo...

-Estás buscando un empleo-le dijo en tono sereno y razonable; toda vez que lo había pensado, estaba empeñado en que el accediera a ayudarlo-. Te estoy ofreciendo un empleo. Consultor de seguridad. Totalmente legítimo.

Gulf se mordisqueó la uña del pulgar mientras se sonrojaba ligeramente.

- Vamos, Gulf. ¿Qué dices? - le preguntó Mew.

Entonces aguantó la respiración mientras esperaba a que el, le alegrara el día o le echara su única solución por los suelos.

Gulf dijo que sí.

¿Y en realidad, qué otra elección tenía? El trabajo era demasiado perfecto, demasiado para el mismo. Y ciertamente había dejado el crimen, pero como Mew le había asegurado que no tendría que robar, el puesto era una excepción. Maldita sea, incluso tenía una denominación de lo más interesante.

-Nunca he sido consultor de seguridad -dijo el en tono pensativo-.

¿Puedo tener tarjeta de visita?

Él se echó a reír.

- Las encargaré mañana mismo.

- Bien.

Al igual que Mew, Gulf sonreía y se daba cuenta de que estaba verdaderamente emocionado por el trabajo. ¿Y por qué no? En el fondo de su corazón, echaba de menos la emoción de su vida anterior. Echaba de menos el hacer algo que se le daba verdaderamente bien.

Además, por primera vez en mucho tiempo tendría un empleo bueno y bien pagado.

-Gracias - le susurró con emoción.

-Creo que soy yo quien debe darte las gracias. Eres tú quien me va a ayudar- El se encogió de hombros.

-Tal vez nos estemos ayudando el uno al otro. No sé por qué Samanta me envió aquí, pero de todos modos me alegro.

Él sonrió.

-Yo también.

Entre ellos fluía una corriente eléctrica y Gulf ahogó el deseo de abrazarse a él y de continuar lo que habían dejado pendiente en el dormitorio de Tul.

Se había pasado todos esos días reviviendo el beso, soñando con ello, imaginándose las manos de Mew acariciando su cuerpo y sus labios besando los suyos. Sin embargo, en ese momento que lo tenía allí mismo, no era capaz de hacerlo. No podía dejarse llevar y liarse con él.

Él conocía su secreto, sabía de su pasado. La razón por lo que buscaba un trabajo normal, por lo que había abandonado la profesión familiar, era para empezar una nueva vida, para dejar atrás su pasado.

Deseaba vivir y que nadie lo mirara con sospecha; y esa vida no podía ser junto a Mew Roller.

Sacudió la cabeza, frustrado consigo mismo porque de nuevo se había dejado llevar.

-¿Esto, bueno, entonces por dónde empezamos?

Por un instante vio una sombra de decepción en su mirada, pero enseguida adoptó un aire más formal. Cinco minutos después estaban sentados a una mesa de conferencia pequeña, con las copias de los informes policiales del suceso sobre la mesa.

B⃤E⃤S⃤O⃤S⃤ R⃤O⃤B⃤A⃤D⃤O⃤S⃤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora