CAPITOLO QUATTORDICI

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Fue lo único que consiguió decir, pero era toda la verdad. Tal vez no hubiera planeado aquello, pero sin duda lo deseaba. Ese hombre tenía un efecto sobre sus emociones y su cuerpo que ningún otro hombre había tenido jamás. No pensaba en el mañana, tan sólo en perderse entre sus brazos.

-Te deseo a ti -repitió.

Y con tanta desesperación que la fuerza de sus emociones lo aterrorizaban, sobre todo porque aquello no era nada propio de el. El Gulf Coner que el conocía no creía en las aventuras de una noche. Pero por Mew, o más bien por el, estaba dispuesto a hacerlo.

Pensándolo bien, lo necesitaba.

Cuando él lo rodeó con sus musculosos brazos y contra su pecho fuerte, Gulf sintió cómo se le ponían duros los pezones por debajo de la camiseta. Sabía que lo que estaba haciendo era muy mala idea, pero también que iba a hacerlo de todas las maneras.

El le desabrocho el pantalón con torpes movimientos mientras Gulf solo lo observaba, observando como aquel hombre le desnudaba dejando por completo fuera aquellos pantalones. Lo tomó por la cintura y lo encimo en el, acarisiando los muslos de Gulf.

-¿Te gusta?

El asintió, pero no le pidió que se diera prisa. Se estaba tomando su tiempo y a pesar de la desesperación que sentía estaba dispuesto a disfrutar de cada segundo. Se alejo un poco mirando los hermosos y carnosos muslos de su contrario Mew lo miró de arriba abajo.

-Pronto-le susurró.

Estaba seguro de que él lo deseaba tanto como Gulf a él. Así que con una valentía de la que no se sabía poseedora, estiró el brazo y le acarició el bulto que palpitaba bajo los pantalones.

-¿Cómo de pronto? - le preguntó el con gran satisfacción al ver que cerraba los ojos y gemía con sensualidad.

Él le cubrió la mano con la suya para detener su exploración. -Si sigues así, demasiado pronto.

Gulf le sonrió con dulzura y Mew  no pudo aguantarse más. Lo levantó en brazos y lo sentó sobre la mesa. Sin decir ni una palabra, le separó las piernas y se metió en el hueco que se formaba entre sus muslos.

Él le deslizó un dedo por el cuello y entre los pezones. Los pezones se le pusieron duros y se le quedó la garganta seca. Deseaba desesperadamente sus besos pero también ver hasta dónde querría llevarlo.

Siguió deslizándole el dedo en dirección descendente, hasta llegar a la parte superior

-Los botsers del hermoso Gulf está algo mal colocados.

-¿El hermoso Gulf? ¿Qué eres tú, un caballero armado?

Él se inclinó hacia delante y le mordisqueó el lóbulo de la oreja.

-Más bien soy un saqueador vikingo. Tengo pensado hacer algo de saqueo.

El tragó saliva.

-¿De saqueo? -Éso mismo.

Empezó a deslizar la fina prenda que le cubría todos sus pecados, dejandolo completamente desnudos.
Al poco rato, estaba deseoso de quitársela también a él, de modo que le agarro de la camisa y le desabrocho los botones de lo más rápido posible. Cuando terminó le quito la camiseta y la tiro al suelo.

Él le pasó los labios por la mejilla, su pelusilla le acarició la cara, mientras lo estrechaba entre sus brazos.

-Eres precioso - le susurró suavemente al oído.

Sus palabras provocaban sus sentidos y Gulf cerró los ojos y se perdió en su abrazo, segundo se despego un poco bajando la mirada a la camiseta blanca la cual dejaba ver aquellos pezones erectos, bajo una de sus manos asta los botones desabrochando uno por uno con tanta delicadeza que la desesperación en Gulf quería presentarse el simplemente quería que le arrancara la camiseta como minutos atrás lo avía echo el.

B⃤E⃤S⃤O⃤S⃤ R⃤O⃤B⃤A⃤D⃤O⃤S⃤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora