CAPITOLO OTTO

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-¿Más zumo de naranja, Josef?

Tul le rellenó el vaso antes de que el pobre chico pudiera siquiera contestar y al momento siguiente pasó a servirle más huevos revueltos.

Mew hizo lo posible para no echarse a reír. Desde que josef y él habían entrado por la puerta, Tul había asumido que eran pareja.

Cualquier otro se habría tal vez escondido bajo la mesa y rezado para que nadie se fijara en el. Josef no. Estaba aguantando el tipo con Tul y Mew se preguntó si además de ladron sería un embaucador.

Ese pensamiento le recordó porqué habían ido a casa de su tío abuelo; así que cuando se terminó su vaso de zumo dejó la servilleta junto a su plato y se puso de pie.

Tul lo miró.

-¿Has terminado? le preguntó con expresión preocupado-. No iréis a marcharos ya, ¿verdad? Acabáis de llegar.

-Pues claro que no-dijo Mew-. Hemos venido a charlar un rato. Después de que anoche Josef conociera a Morgan se dio cuenta de que mi tío era el famoso Tul  y estaba deseando conocerlo.

- Al principio me dio su verdadero nombre, Tul Pakorn -dijo Josef-. Hasta que no conocí a Morgan no lo relacioné. Sí, usted es uno de mis actores favoritos y le rogué a Mew  que nos presentara.

Se habían inventado esa historia por el camino. Y Mew sabía por la expresión de su tío que había sido un buen plan. En un mundo donde Morgan solía llevarse toda la atención, unos cuantos halagos hacia Tul hacían mucho.

-Pakorn es mi nombre de casado -dijo Tul-.Max, que Dios lo tenga en su gloria, era un hombre anticuado y quiso que yo tomara su nombre y que me retirara después de casados. Era el presidente de una gran empresa y le importaban mucho las apariencias. Por supuesto yo lo hice -le dio unas palmadas a Josef en la mano. En esa época las cosas eran distintas, hijo mío.

Josef sonrió.

- En mi opinión eso no es nada malo. Sobre todo si se hace por amor.

Tul sonrió de nuevo y Mew se sintió muy orgulloso; un tanto ridículo ya que no había ido allí a presumir de Joséf delante de su tío.

Entonces retiró la silla y se puso de pie.

- Le prometí a Josef que le enseñaría la sala de arriba. Y después, que a lo mejor le daría una vuelta por la casa. ¿Te parece bien?

- Me encantaría - dijo Josef.

El plan era llevar a Tul a la sala y entonces, mientras estuviera contándole a Josef historias del pasado, Mew saldría un momento y dejaría el collar en la caja fuerte del dormitorio de su tí abuelo.

-Subid vosotros primero -dijo Tul -. Mi artritis me está empezando a fastidiar. Me quedaré aquí abajo a tomarme un café tranquilamente.

Mew frunció el ceño. Tul llevaba años sin quejarse de las rodillas.

-¿Estás bien?

-Pues claro, claro que sí, hijo. Es la edad.

Aquello no le convenció mucho, pero no podía discutir con su buena suerte. Si Tul se quedaba abajo, Josef y él no tendrían que preocuparse de tener que despistar a su tío para devolver el collar a su sitio. En realidad, la situación no podría haberse presentado mejor si la hubiera planeado.

Josef lo miró a los ojos y él se encogió de hombros y le tendió la mano.

- Vamos, te haré un recorrido.

-Me encantaría ver la sala -dijo Josef en cuanto estuvo seguro de que Tul no lo oiría-. Tul nunca tuvo tanto éxito como Morgan, pero de verdad que es uno de mis favoritos.

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