Aunque sea mentira

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Hablar con Seishu fue extrañamente relajante, él también parecía necesitar alguien muy fuera de su círculo de amigos en el cual poder confiar y Chifuyu parecía el adecuado para el asunto, ambos con sentimientos atorados que no podían expresar abiertamente, para no herir a los demás a su lado.

La vida de Seishu al igual que la de Chifuyu era un completo desastre, la única diferencia entre sus historias era que a Seishu lo ataba un sentimiento que si era mutuo y aunque sonara cliché, el amor para él era una costumbre.

¿El amor era una costumbre?

Las personas se acostumbran a la compañia de otras personas, a conocer su manías, sus miedos, sus formas de hacer las cosas, llegan a complementarse tanto y a sentirse tan cómodos que cuando vuelven su mirada al calendario, ven ya ha pasado una vida entre cada momento vivido.

Al igual que a Seishu resumió todo su vida al lado de Koko, desde niños siempre fueron sólo Koko y él, ninguno de los dos necesitaba más que ver, ambos estaban tan completos en compañía del otro, para Chifuyu fue igual, fue el mismo sentimiento que vivió al lado de Senju.

La persona que se convirtió en una zona de confort, en todo lo que significa bueno, en todo aquello que sana y alivia, la que se convirtió en refugio.

Pero lo mismo que completa al ser humano podría ser lo que un día lo rompa y lo destruya.

Pues la vida a veces se empeña en hacerles creer que se han equivocado de persona, que no es esa la felicidad que necesitan, los hace sentir como están tan llenos y tan vacíos a la vez, destruyendo todo aquello que alguna vez estuvo en perfecto orden.

Un momento de reflexión bastó en Chifuyu para replantear sus interrogantes.

Comprendió que no podía culpar a Kazutora de sentimientos que sólo le pertenecían a él, no podía tampoco juzgarlo sin siquiera darle la oportunidad de hablar y explicar sus razones y sus miedos, entendió que  único equivocado siempre había sido él, asumió cosas que no debía asumir e hizo una tormenta con apenas una brisa.

Chifuyu se lo contó todo a Seishu y fue él quién lo hizo ver el gran error que estaba cometiendo.

Seishu, el mismo Seishu que dijo que que jamás recomendaría a Kazutora como un buen partido, pues lo conoce mucho más de lo que lo conoce cualquiera, él fue el primero en notar lo feliz que Kazutora se veía al lado de Chifuyu, los cambios en su humor, en su forma de vestir y hablar, las atenciones que entregaba al rubio delante de la gente.

Eso para Chifuyu fue un vuelco emocional.

Chifuyu se dio cuenta de que todos son frágiles cuando sus sentimientos cambian su curso de manera repentina, cuando son vulnerables a las palabras de otros y cuando sus acciones se resumen en sólo agradar a los demás y no a ellos mismos, como Seishu, él siempre quiso estar bien, aunque al principio nada parecía estarlo, pero estaba atado a Koko, ciegamente siguiéndolo en cada paso y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba casado con él, había dinero por todas partes, propiedades a su nombre, carros, lujos, dinero, dinero, dinero, resumido todo en dinero pero viviendo con muy poco amor, apenas lo suficiente para mantenerse a flote en ese inmenso mar de soledad.

Koko empezó a crecer de manera sorprendente, sus negocios empezaron a volverse más y más grandes y junto a ellos su poder, el poder de comprar todo lo que tuviera precio, pero Seishu, él se quedó esperando al Koko con el que viajaba en motocicleta, lo perdió todo a causa del dinero y nunca lo reclamó.

Antes las 24 horas del día no le bastaban para estar con él, ahora dos veces a la semana eran demasiado tiempo, esa soledad lo hizo tomar decisiones equivocadas, buscando en alguien más lo que perdió con Koko, tratando de llenar ese vacío en lugar de reclamarlo, en lugar de hablarlo, en lugar de eso prefirió engañarlo, con un tipo rudo y muy diferente pero que le daba la atención que él necesitaba.

En el abismo.. (KazuFuyu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora