12. el escritorio

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Pasaron seis días y el señor Murphy me habló el segundo día para preguntarme si estaba bien pero no volvimos a hablar. estaba en clase, el señor Mckay un hombre alto, con gafas y mayor estaba dándonos historia a segunda hora, la verdad estaba pensando en mis cosas y no me enteré mucho. El señor Mckay hizo su usual gesto para terminar la clase, ir a su mesa cerrar su portátil y dar una palmada para que saliesemos como si de perros se tratara.

...

Pasaron las horas y estaba metiendo mis libros en la mochila ya que el señor Murphy me dijo que fuese a su despacho para hablar conmigo, algo extraño ya que llevaba dos días sin dirigirme la palabra ni en clase algo que no voy a mentir, me enfadó. Bajé las inclinadas escaleras con mucho cuidado y llegué a su sala. Dí dos golpes y escuché su voz.

—entra.

—¿me quería ver?

—sí, siéntate.
obedecí y me senté enfrente de él.

—el jueves día 22 no tendremos apoyo porque que me iré a una reunión en Lyon pero nos faltan muchísimas clases por lo que te ocurrió.
sinceramente pensé que me preguntaría sobre lo que pasó pero soy idiota por fiarme de un hombre de mediana edad, otra vez.

—¿y?

—que yo estoy todos los días en mi casa, así que creo que estaría bien que quedásemos a una hora todos los días al menos 2 horas.

—mi madre no me deja.
dije levantándome y agarrando mi bolso.

—espera.
me quedé entre la sala y el pasillo esperando a que dijese algo.

—pasa y cierra.
suspirando cerré la puerta y lo miré seria.

—¿por qué estas enfadada conmigo?

—no estoy enfadada.

—¿crees que soy idiota?
.

—vamos, dímelo.

—no me has hablado nada durante seis días después de lo que me pasó y ahora me invitas a tu casa a hacer tarea.

—no mezcles trabajo con lo personal.

—¿personal? ¿el que personal? que nos besaramos.

—quieres hacerme el favor de bajar la voz.

—dime una cosa.

—¿habrías ido más allá si no hubiesen tocado la puerta aquella noche?

—sí y tú también así que olvida lo que ocurrió.

—¿ahora quieres que lo olvide? ¿y ya?

—por qué querrías recordarlo si no ocurrió nada.

—Cillian no sé en que mundo vives pero las cosas no se olvidan tan fácil y menos cuando te lo has pasado tan bien como yo me lo pasé esa semana contigo, aunque no pudimos cumplir la mayoría de las cosas.

hubo un silencio incómodo y por fin se escuchó una voz.

—siéntate donde quieras.
obedecí.

después de aclararse la gargante y apoyarse en su mesa vino hacia donde yo estaba.

—los dos lo hemos pasado genial y no voy a mentir me has calentado mucho pero no hemos hecho nada porque eres menor que yo y encima eres mi alumna pero mierda, no eres ilegal, tienes 18 o 19 años y cada vez que te veo en clase me dan ganas de tirarte contra la mesa y hacer que todos vean lo que quiero hacerte cuando te veo, así que si aceptas me encantaría hacer algo más contigo que un simple beso.
¿Qué?

—¿porque yo?

—¿qué?

—hay como 5 alumnas en cada clase de todo el colegio, perfectas y decides que sea yo, la que no sirve ni para pasear a un perro porque tiene ansiedad y cada vez que me miro al espejo todo lo que veo es malo.

—tienes razón pero ninguna de ellas eres tú y ojalá te vieras con mis ojos al espejo porque yo no veo nada malo en ti, ni una mínima cosa.

—señor Murphy no sé que decirle es...

—llámame Cillian, me hace sentir mayor.

—Cillian, es algo raro porque nunca pensé que tendría esta conversación con usted asi que estoy algo sorprendida porque podría ser mi padre y eso me dice que no, pero mi cuerpo dice que sí gritando.

—¿sabes que?
dijo cerrando la puerta con llave.

—voy a hacer que te ames de una maldita vez.
quitó algunas cosas se su gran mesa de trabajo y apuntó a ella.

—siéntate ahí.

—¿qué?

—hazme caso.
le hice caso y me senté quedando a su estatura. su cara era un poema, estaba feliz lo podía notar aunque estuviese serio y sus ojos, los ojos que podría mirar años uno tras otro estaban fijos en mi.

Cillian se acercó juntando nuestros labios, tenían un ligero sabor a menta, algo dulces. Su mano se deslizaba por debajo de mi falda.

—espero que no tengas clases extras porque las vamos a necesitar aquí.

mientras jugaba con mi boca su mano recorría todo mi cuerpo mientras me temblaba todo, no me lo esperaba y fue muy rápido pero ni de broma iba a pararle.
Aún sentada en el escritorio, me acerqué más para sentirle y Cillian empezó a quitarme la camiseta, Cill dejó de centrarse en mis labios y se dirigió a mi cuello, mientras con su mano levantaba mi falda e introducía su mano dentro de ella.

—señor Murphy ¿tiene protección?

—¿quién ha dicho que vaya a disfrutarlo yo?

volvió a mi cuello mientras dejaba pequeñas marcas y su mano se movía en el interior de mi falda. Solté pequeños quejidos a los que Cillian sonreía en mi boca. Con una mano moviéndose dentro de mi falda y otra en mi nuca profundizando el beso veía venir mi primer éxtasis con él. Agarré de su muñeca y él con su mano tapó mi boca para que no hiciese ruido, no sirvió de mucho pero hizo que llegase. No tengo ni idea si era por las teclas de el ordenador pero tenía unos dedos muy rápidos y si así era con sus dedos no quiero imaginar lo demás.

Cillian sonrió muy feliz y mordió mi labio inferior por última vez.

...

—Bueno, piénsatelo, lo que hemos hablado antes y ya me dirás.
dijo abriendo la puerta y dándome mi camiseta y mi bolsa.

Estaba tan tranquilo hablando como si hace unos segundos no hubiese estado muriendome de placer por su culpa.

—lo pensaré señor Murphy.
le di un beso en la mejilla y salí por la puerta con la sonrisa mas grande que he tenido en mi vida.

llegué a casa y me tiré en la cama, sonriendo como idiota y planeando como vengarme de lo que había hecho.














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𝚃𝚑𝚎 𝚃𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛 (𝐶𝑖𝑙𝑙𝑖𝑎𝑛 𝑀𝑢𝑟𝑝𝒉𝑦) (completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora