20. Escape

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—¿que te ocurre Camila? Estás distraída.
Dijo la tía Marion en el desayuno mientras masticaba

—nada, estoy bien.
Sonreí suave pero creo que nadie en la mesa se lo tragó.

Su marido, Jean seguía mirándome como cada mañana pero esquivaba su mirada cada vez que podía.

—iré a dar un paseo.

—¿por qué no te acompaña Jean? Yo y Marion iremos a comprar.
Dijo la descarada de mi madre.

—no, estará cansado, no quiero molestar a nadie.

—no molestas así te podría enseñar la ciudad.
Sonrió con cierta malicia.

—sii, que buen idea, vamos iros.

Jean se fue a preparar y pasé por la cocina disimuladamente toqué la encimera de mármol y agarré un cuchillo escondiendolo, rápidamente bajó Jean y salimos.

—vamos por atrás, te enseñaré el bosque.
Puso su mano en mi espalda baja.

No podía hablar ni contestar ni nada solo obedecía esperando un milagro, el milagro de que un coche le pasase por encima.

—no, vamos por aquí.

—vamos solo pasaremos por enfrente.

Seguí caminando, podía notar su mirada en mi y era absolutamente asqueroso. Se paró en un rellano vacío que había y me miró.

—bueno, por fin estamos a solas.
Se acercó.

—¿que haces?

—vamos relájate, sé que te gusto.

—vete a la mierda.

—ese lenguaje señorita, ahora quítate el vestido.

—que te den.

—quítate el vestido o no querrás que tu madre se enteré que la zorra de su hija se escapó con un hombre 2 veces mayor que ella, de ojos azules y pómulos grandes a las tres de la mañana.
Nos vio.

—no voy a hacer nada contigo solo porque nos vieras juntos.

—bueno, tú lo has querido.

Se abalanceo hacia mí y saque el cuchillo pero cayó al suelo, se puso encima de mi intentando desnudarme y agarré el cuchillo clavandoselo tres veces en el hombro, salí de allí y corrí lo máximo que pude, entre a la casa y metí mis cosas en una mochila, Jean seguía allí y entró en la casa por suerte esta vez lo amenacé con un cuchillo más grande.

—¿a dónde crees que vas?

—sal de mi camino.
Grité y le volví a apuñalar esta vez en la pierna

Salí de casa corriendo y cogí el primer tren a mi ciudad natal, llegué y fui al baño, mirando mis blancos ojos y pálida piel, bebí agua y llamé a Cillian.

—¿hola?

—Cillian, soy yo Camila.

—Camila ¿que ocurre? Son las doce de la noche.

—acabó de llegar, me preguntaba si podrías venir a recogerme y quedarme unos días en tu casa.

—¿aquí? Claro ahora mismo voy ¿estás en la estación central?

—sí, la que hay al lado de él ayuntamiento.

Me senté en la fría acera cuando el coche de Cill apareció, se acercó y me abrazó.

—¿que haces aquí?

—es algo largo.

—vamos sube y me lo cuentas.
Subí, me puse el cinto y Cillian arrancó.

Le conté todo a Cillian que me miró con cara de horror.

—¿así que lo apuñalaste tres veces?

—cuatro, una de ellas fue después en la pierna.

—vaya, lo siento mucho Cam.

—esta bien.
Sonreí.

Llegamos a casa y Cillian me ofreció agua y un baño el cual acepté sin dudar, salí con un camisa que me dejó porque la ropa la dejé en casa de Marion.

—te queda muy bien
Sonrió.

—gracias.
Lo abracé y él lo respondió.

—me alegra que hayas venido a mi.

—a mi también que me ayudases.
Sonrió.

—vamos a acostarnos.

Nos acostemos de lado mirándonos, Cillian tenía los ojos más bonitos que había visto en mi vida, sonreí algo nerviosa y jugó con su mano en mi mano, las luces de la calle iluminaban parte de nuestra cara por la ventana, acaricié lentamente su cara y Cillian seguía mirándome así que cada vez quedemos más cerca que antes hasta sentir chocar nuestra respiración en nuestras bocas.

—mierda Camila.
Se acercó y junto nuestros labios besandolos de manera lenta y suave.

Puse mis manos en su cara y seguí besandole con muchas ganas, Cillian me guió dejándome encima de él mientras seguía besandole, la habitación se llenó de jadeos, nos separemos para coger aire pero seguimos en segundos, u piel era como porcelana pero en nada que bebía, sentía timidez o vergüenza se ponía rojo al menos sus mejillas, podía sentir lo emocionado que estaba por solo besarme al igual que yo, quité su camisa besando su cuello y hombros, él hizo lo mismo separándose de mi pero está vez con un mirada lujuriosa y jadeando, su mano estaba ahora en mi espalda desnuda sujetandome mientras besaba mi cuello y clavículas, me giró quedando encima de mi y quitó su pantalón.

—¿estas segura?

—sí, creo que mi cuerpo está reaccionando muy rápido.

Sonrió y se puso protección, paso su miembro por mi feminidad y solté un gemido, entró y me agarré a él fuerte.

—ya está, cariño.
Susurró y besé su boca en desesperación.

Su ritmo era suave pero cada vez incrementaba más, su mano estaba en mi cadera acentuandose más en mi manteniendo el contacto visual.

—Dios... He extrañado esto tanto... Sentirte, tocarte, besarte...
Dijo entre jadeos.

Juntó nuestras frentes mientras nuestra respiración chocaba al igual que nuestros cuerpos

.....

—tienes unas manos muy suaves.
Dijo tocando mis manos mientras escuchaba los latidos de su corazón.

—las tuyas también.
Sonreí y él también haciéndome girar y quedando encima de mi

—¿ah si?
Asentí y sonrió haciendo que sus carnosos labios se apretasen.

—quédate conmigo.

—¿qué?

—quédate conmigo, aquí, así no tendrás que estar con tu madre, te enseñaré yo.

—Cillian, mi madre me amenazó si nos veía juntos.

—¿como?

—dijo que mentiría sobre qué estabas conmigo cuando era menor.

—es ella contra nosotros además ni te conocí de menor, no pueden hacernos nada.
Asentí y nos besemos.

Tenía razón, no podría justificarlo porque nos conocimos cuando empezó a dar clases nuevo aquí y yo ya era mayor de edad.

—quiero quedarme contigo.

—quédate.
Besó mi frente y nos quedemos dormidos abrazados.
















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𝚃𝚑𝚎 𝚃𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛 (𝐶𝑖𝑙𝑙𝑖𝑎𝑛 𝑀𝑢𝑟𝑝𝒉𝑦) (completa) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora