Capítulo 19

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Al entrar Samuel me recibe con una de sus cálidas y enormes sonrisas, marcando sus hoyuelos, mostrando sus dientes y con sus iris verdes brillando como siempre.

—Tengo algo para ti —dice con cierta emoción. 

Le lanzo su paquete de galletas y espero a que continúe. Samuel se quita un anillo y toma mi mano, colocando éste en mi dedo anular.

—Tú te quedas con ese, yo con el tuyo. Es un intercambio justo y nadie puede quejarse —habla rápidamente y al finalizar vuelve a esbozar una sonrisa.

—Okay —respondo mirando su anillo, el cual tiene una carita feliz al frente.

Durante el camino Samuel hace lo de siempre, comienza a comerse las galletas mientras canta las canciones que se reproducen en su lista. Se cubre la boca al sonreír o al hablar con la boca llena y me mira de vez en cuando con su enorme brillo en los ojos.

No sé cuánto tiempo pasa porque me pierdo mirando por la ventana, el movimiento de las nubes, el azul claro e intenso del cielo y los edificios pasar a nuestro lado. Pero cuando presto atención frunzo el ceño automáticamente.

—Este no es el camino a la escuela

—Sí... te estoy secuestrando, pecas —bromea con una mini sonrisa burlona—, arriba las manos.

—Si ese fuera el caso ¿por qué tendría que levantar las manos? Ya estoy dentro del auto —señalo con un toque de burla.

Samuel asiente dándome la razón.

—Si quieres podemos regresar, pero pensé que sería divertido no ir a la escuela. Te avisé sobre ello, ¿no revisas tu celular? —Alza una ceja mientras sonríe marcando sus hoyuelos.

Reviso mi celular y sí, ahí está su mensaje.

—¿Quieres regresar? —insiste.

Apoyo la cabeza en el asiento pensando. En realidad quien quiere ir a clase, ¿cierto?, además hoy solo tengo una clase. Faltar solo una vez no le haría daño a nadie.

—Nope. ¿A dónde vamos? —cuestiono con curiosidad.

—Ya lo verás, pecas.

Después de eso no habla hasta que llegamos, se la pasa cantando y golpeando el volante al ritmo de la melodía. 

Llegamos hasta un parque, uno que queda lejos respecto al que voy usualmente. A simple vista este es más amplio, sus árboles están bien cuidados, con sus hojas de un verde intenso igual que el césped.

Samuel comienza a caminar y yo lo sigo hasta ponerme a su lado. Me gana por un poco más de quince centímetros, tiene la vista al frente mientras sujeta su cámara con una mano.

—Pecas.

—¿Qué?

—Me pones nervioso, no me mires así.

—¿Así como? —Suelto una risa y Samuel se detiene para mirarme.

—Mejor deja de hablar y camina. Tus piernas son demasiado cortas. —Me toma de la mano, enlazando sus dedos con los míos y comienza a correr.

Nos adentramos en el parque, que está muy lleno de árboles, altos y frondosos. Llegamos hasta una pequeña zona, con un estanque y en el que solo hay un par de personas.
Mis ojos viajan por todas partes, copas de árbol, cielo azul, nido de pájaros, hoyuelos de Samuel, césped húmedo, un perro corriendo hasta su dueño y hasta la cámara de Samuel, que se posiciona frente a mi cara y él toma una foto.

—¡Ey!

—Siempre tan de buen humor —dice sarcásticamente tocando la punta de mi nariz—. Capturé lo mejor de ti, pecas.

Sola #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora