Capítulo 36

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Una semana después

El cielo está de un azul brillante, el sol cae sobre cada persona aquí. Hay demasiadas sillas, la mayoría ya están ocupadas. La fuente se escucha a lo lejos, junto con la brisa moviendo las copas de los árboles, los pájaros cantando, el césped brilla bajo el reflejo del sol.

Camino con dificultad por la estúpida toga azul, pensé que estas cosas solo eran para la graduación de Universidad pero Crane insistió en esto. Tomo asiento al lado de Mia, ella y Angie me sonríen. Después de varios minutos las sillas comienzan a llenarse, los padres se agrupan en los extremos y Crane aparece en la pequeña tarima al frente, acomodando el micrófono enfrente suya.

La silla a mi lado es la que queda vacía.

Crane habla, muchas palabras de orgullo ante está generación y bla, bla... no menciona nada más porque así le indicaron los padres de Alex. Saben lo falsa que es la directora, su falsa empatía e interés.

Crane comienza a pronunciar nombres, los cuales son seguidos de gritos, aplausos y chiflidos. Y así, uno tras otro. La directora les da la mano, finge orgullo y le da a cada quien una carpeta amarilla con una sonrisa en los labios.

Veo a Mia y Angie subir antes de que Crane pronuncie mi nombre. Derrick entre la multitud grita y hace bulla junto a ambas chicas y los hermanos de Alex. Me hace sonreír pero no llena el vacío ni aleja el dolor. Subo las pequeñas escaleras, Crane me da la mano y la carpeta amarilla, esbozando una sonrisa amplia y falsa.

Pasa casi una hora cuando terminan de subir estudiantes, el color azul del cielo se apaga, algunos profesores dan palabras de apoyo y orgullo, algunos más sinceros que otros. Mathenson es el último, acomoda sus hojas y se aclara la garganta.

-Cada uno de ustedes sabe lo orgulloso que estoy, lo lejos que sé que llegarán y lo capaces que son. Está vez no vengo a hablar más de eso, les contaré una historia. -Su voz se quiebra y se toma unos segundos para continuar-. Una vez conocí a una chica, una de ustedes. La primera clase que tuve con ella la noté cuando ella no se sentía vista. Alexandra Carter me enseñó más cosas de las que probablemente yo le enseñé a ella. Entre ellas me enseñó lo puro que es el amor por un hermano, por una mascota. Lo valiente y fuerte que era aún con todo lo que decían de ella en los pasillos de la escuela, con todo lo que había vivido, la persona que perdió y lo todo lo que le hizo daño y ninguno de nosotros notó. Me enseñó el significado de la amistad y el amor tan sincero que le tenía a su mejor amiga. -Aprieto la mano de Mia, ambos estamos llorando en silencio. La mano de Angie se posa en mi hombro mientras abraza a su novia-. Alex estuvo ahí en cada clase, cada explicación, cada entrega o proyecto. No se sentía vista pero yo sí la notaba. Porque su interés y amor eran sinceros. Alex me preguntaba cómo me encontraba cuando era ella quien necesitaba esa pregunta, me sonreía cuando era ella quien necesitaba esa felicidad. Alex es la que falta ahora y no se merece que su vida sea contada como un chisme en los pasillos de la escuela. Hay que hacer conciencia sobre esto, que la depresión puede verse como una persona feliz y amable, sonriente y brillante. Que cualquiera de ustedes que se sienta así o llegué a sentirlo en algún momento, lo hable, no se queden callados, no se queden solos porque no lo están, eso se los aseguro. Ella es importante como cada uno de ustedes lo es. -Mathenson hace un gesto con la cabeza y toma las hojas entre sus manos-. Sin nada más que decir, vivan, rían, diviértanse, amen y estudien lo que quieran, sé que cada uno de ustedes logrará lo que quiere.

Mathenson se baja de la tarima y todos se levantan, aplauden y sonríen.

El viento golpea nuestros cuerpos, moviendo la tela azul de la toga y el birrete en nuestras cabezas. El cielo pasa de estar de un azul opaco a volver a estar iluminado.

Su recuerdo sigue doliendo y sé que tomará tiempo para que deje de hacerlo. Por el momento me quedo con su voz grabada en mi mente, cada recuerdo, cada sonrisa, cada burla, broma, o beso. Porque todas las partes que Alex me mostró de ella misma son las que la conforman.

Aquella chica, con heterocromía marrón, un ojo de un tono distinto que ninguno llegaba a ser miel. La galaxia de pecas en su rostro, sus labios lastimados pero a la vez suaves. Su sonrisa con luz propia y su corazón puro y hermoso al igual que ella. Alex también era dolor, pero eso no era lo único de ella, estaba rota y ella pensaba que solo era eso lo que la definía. Pero en realidad las palabras siempre faltarán para describirla, el amor nunca será suficiente y cada momento que pasamos juntos se quedará corto a la manera en la que hace falta ahora.

Me hicieron falta muchas cosas por conocer de ella, muchas otras para ver, pero aún así la amo, con cada parte de mi corazón, que ahora, está hecho trizas. Nunca quise estar en otro lugar más que en mi camioneta, en ese espacio pequeño junto a ella, cantando, riendo, disfrutando de su compañía. Todos sus recuerdos pasan en mi mente, como si de una película se tratase.

Las personas alrededor comienzan a levantarse, a irse con sus familias dejando cada vez más sillas vacías.

Mi mirada baja hasta el anillo en mi mano, aquel que le quité y ahora es una de las pocas cosas que me quedan de ella. Es un anillo formado de estrellas, como ella lo era porque su interior tenía más brillo que cualquier otra de esas mentiras en el cielo.

Llevo mi mano hasta mi pecho y la aprieto ahí, como si la sintiera con este gesto.

Derrick se acerca a mi y posa su mano en mi hombro. Echo un vistazo más a la silla a mi lado, aquella que todo este tiempo estuvo vacía para Alex.

-Vamos -musito al levantarme.

Derrick me sonríe a medias y comenzamos a caminar juntos. A los pocos minutos Mia y Angie se nos unen. Un millón más de recuerdos y emociones nos golpean a los tres, mientras esbozamos unas sonrisas tristes y caminamos juntos, sin ella.

⋆ ˚。⋆ ˚。⋆

Al llegar a casa me dejo caer en la cama, no sé cuánto tiempo me quedo mirando el reflejo del sol en la madera cuando Derrick habla.

-¿Tienes hambre? ¿Quieres que pida de comer? -Me sonríe y se pasa la mano por el cabello castaño claro, dejándolo igual de perfecto que siempre.

Yo asiento sin decir nada, Derrick baja las escaleras dejándome solo de nuevo.

Me dejo caer totalmente, recostándome en la cama mientras miro el papel blanco, mi nombre escrito con tinta negra al centro del sobre. No sé que tan bueno sea hacer esto ahora, pero sé que dolerá y estoy preparado para eso. Porque de algo estoy seguro y es que nada dolerá más que el hecho de recordar que no la volveré a ver, que cantaré las canciones que juntos entonamos sin ella, que el anillo que estaba en su dedo ahora está en mi escritorio abandonado.

Nada dolerá más que saber que se fue y nadie pudo hacer nada para detenerla. Ni siquiera yo.

Abro el sobre cuidadosamente sacando la carta del interior, tomo una bocanada de aire y comienzo a leer.

Sola #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora