Capítulo 5

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Al despertarme ignoro las pocas ganas que tengo de levantarme, porque no puedo darme el lujo de faltar a clases. Ya falta poco para el último tramo de este trimestre y no puedo perderme ninguna clase o entrega. 

Después de ducharme y vestirme voy a la cocina. Mis hermanos están desayunando en la barra y mamá canturrea mientras se prepara un batido. Me siento al lado de Jake, quien pica mi mejilla con su dedo y Dylan me sonríe.
Tomo una manzana y le doy un mordisco justo cuando mamá se gira hacia mi.

—Alex —dice. Presiona su audífono para parar la música que estaba escuchando y toma un poco del contenido de su vaso antes de continuar—. Quería decirte que me ascendieron en el trabajo, lo cual significa que me necesitan más tiempo ahí. No podré llevarte a la escuela ya que también tengo que llevarlos a ellos y no me da el tiempo. Si puedes encontrar a alguien que te lleve, bien. Sino debes de levantarte más temprano para llegar a tiempo. 

Yo asiento lentamente procesando lo que dijo. Antes de que mamá se de la vuelta hablo.

—Felicidades. —Le dedico una pequeña pero sincera sonrisa.

Ella se gira y sigue en lo que estaba.

Teniendo en cuenta de que vivo demasiado lejos de la escuela tendría que levantarme unos cuarenta minutos o incluso una hora antes de lo que ya me levanto. Eso sin contar el camino hasta allá y que me dolerán demasiado los pies de ir y venir todos los días. 

Ese pequeño estrés comienza a golpear mi mente y aún no ha comenzado todo eso. 

Terminando de desayunar mamá nos lleva a la escuela, la cual será la última vez que lo haga para mí. Me despido con la mano de ella, mamá arranca casi al instante en el que me bajo.

Camino hasta la entrada, aún no hay mucha gente dentro pero la suficiente como para que algunas miradas de dirijan a mí. Quisiera decirles que soy un ser humano normal y que Trevor no se suicidó, pero también sé que no le debo explicaciones a nadie y que tampoco tengo muchas ganas de hacerlo, así que camino ignorándolos a todos hasta mi casillero como ya es costumbre. 

Mia dijo que llegaría en diez minutos así que pierdo el tiempo en el interior de estás paredes de metal.

—Hola, Alex. —Escucho a mi lado. Al sacar mi cabeza del casillero veo a Caleb, apoyado en el de al lado. En realidad no sé en qué idioma quiere que se lo diga, pero ya me ha demostrado que no entiende un «no» por respuesta.

—Caleb —digo sin muchas ganas.

—Te ves linda, el morado te queda bien. —Señala mi camiseta de cuadros y ladea su cabeza al mirarme de nuevo a los ojos—. ¿Quisieras ir al entrenamiento de hoy? Quizá luego podamos ir a comer o por un helado, lo que tú quieras.

Es difícil descifrar a Caleb, y es que me he visto la necesidad de querer saber que es lo que pasa por la papa que tiene por cerebro. A veces actúa como si nada le importara, como si no le afectara todas las veces que le he dicho que me deje en paz. Las otras veces actúa como si yo fuera la mala, la que se hace la difícil o me trata como todos los demás, como la «locasuicidadepresiva»  que es solo eso y no un ser humano con sentimientos.

Suelto un suspiro y cierro la puerta de mi casillero, espero que esta vez no haga un drama y un espectáculo.

—Caleb, sabes que yo no estoy...

—Aquí estás —me interrumpe Angie, mi ex mejor amiga. La rubia toma el brazo de Caleb, quien es su mejor amigo desde que empezamos la preparatoria.

—Yo... Estaba...

—Creo que el entrenador quería verte —agrega la rubia. Automáticamente la expresión e interés de Caleb cambian—, supongo que es sobre el entrenamiento de hoy. 

Sola #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora