Capítulo 37

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                                                                                           Jake 

Al llegar a casa todos se sientan sobre el sofá, el silencio envuelve la casa desde hace días y cualquier cosa dentro duele. Porque aquí está su esencia, su aroma, sus cosas, es como si estuviera aquí aún pero en realidad ya no lo estará.

Dylan me sonríe a medias, quizá sea la conexión de mellizos que me hace abrazarlo, sentí que lo necesitaba, en realidad ambos lo necesitamos.

Me quedo de pie mientras los minutos pasan, mamá golpea con sus dedos la superficie del sofá, siendo este el único ruido de la habitación. Papá tiene la mirada perdida, apoyando su rostro en su mano, pensando en todo o quizá recordándola.

Las palabras se deslizan de mi boca antes de siquiera pensarlo bien.

—Quiero leerla —digo con la voz baja. Automáticamente tres pares de ojos me miran—. La carta, quiero leerla.

—Jake... hijo —comienza a decir papá estirando sus brazos hacia mí. Aparto sus manos con suavidad y asiento lentamente.

—Quiero hacerlo, hay que hacerlo. Quiero saber lo que dice ahí, por favor.

Dylan se limpia las lágrimas del rostro y asiente. Mamá se levanta del sofá, yo creo que nunca la había visto así y es que siempre actúa como si fuera muy fuerte, con una coraza de hierro indestructible, pero ahora se nota que le duele. Tiene ojeras bajo los ojos, resaltando con su piel clara, ni siquiera hace el intento por fingir una sonrisa y se queda mirando fijamente a un punto durante minutos varias veces al día. Y bueno, luego está papá, quien siempre ha demostrado mejor sus emociones. Él tiene medias lunas negras bajo los ojos, parece que no hubiera dormido en años, sus uñas están completamente mordidas y aunque él finge sonreír le sale más bien como una mueca triste.

Mamá vuelve con nosotros y un sobre en la mano, la letra de Alex está en tinta negra. Ella la pone en la mesita del centro y se sienta a mi lado callada. Nadie se mueve, nadie dice nada, nadie toma el sobre así que lo hago yo. 

Lo abro con suavidad y extraigo la carta del interior. Antes de leer paso las yemas de mis dedos por las palabras, como si eso me ayudara a sentirla, a recordarla. Después abro la boca y comienzo a leer.

No sé cómo iniciar esto, ni siquiera sé si hay palabras correctas o no. Pero lo siento. Siento todo lo que les hice, el daño que les causé y seguiré causando después de esto. Pero quiero que sepan que los amo, a cada uno de ustedes.

Jake, amo tu emoción por todo, la sinceridad con la que dices las cosas, el amor que le tienes a las personas, lo libre que siempre eres y que no tienes miedo de ser tu mismo. Amo el color de tu cabello, un rubio que engaña porque en el sol se ve aún más claro de lo que es, las pecas en tu rostro y tu enorme sonrisa de siempre.

Dylan, amo tu pasión por las cosas, la manera en la que pones tu corazón en lo que haces y lo que te propones, la forma en la que amas y no tienes miedo a mostrar tus sentimientos. Amo la forma de tu peinado, pareciera que estás despeinado pero en realidad ese es tu estilo y es muy tú, también pecas en tu rostro y la forma en la que se esparcen sobre el tabique de tu nariz.

La única cosa que los tres tenemos igual físicamente.

Los amo a ambos, con toda la intensidad que mi estúpido corazón me permite. Y lo siento. Sigan sus sueños, si deben parar háganlo, si deben huir, buscar ayuda, pedirla. Háganlo, pero no se rindan. Sé que es tonto que les diga eso, e insuficiente, pero ustedes fueron más que suficientes para mí. Guardaré cada recuerdo, risa, broma, y momento a su lado, porque no los cambiaría por nada.

Mamá, papá. 

En realidad nunca supe si me odiaban de verdad, pero yo jamás lo hice. Los amé y siempre lo hice, incluso cuando ustedes llegaron a pensar que no era así. Disfrutaba los pequeños momentos a su lado, aquellos dónde quizá solo había una mirada cómplice o una pequeña estrofa en una canción que ambos cantamos al mismo tiempo.

En mi vida pasaron demasiadas cosas al mismo tiempo y sabía que necesitaba ayuda pero no sabía cómo pedirla. Simplemente las palabras no salían de mi garganta, es difícil hacerlo.

Les pediré una cosa, además de que eviten llorar por mí, sé que es complicado que solo les pida que me olviden, pero cada vez que un recuerdo mío aparezca en sus mentes, cámbienlo por uno mío que les haga feliz y no derramar más lágrimas.

Mamá, papá, cuiden a los mellizos, no los regañen por tonterías, apóyenlos, denles palabras bonitas en vez de insultos. Escúchenlos, de verdad háganlo. Y sobre todo demuéstrenles que los quieren, más que a nada en el mundo, porque sé que es así.

No fueron insuficientes, me odiaría aún más si llegan a culparse por esto. Hasta este momento no estoy segura de lo que me hacía falta, pero siempre todo se sentía vacío, y es extraño porque aunque estuve rodeada de gente siempre me sentí sola.

Sola #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora