Capítulo 35

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La gente habla, murmura, ve los carteles nuevos en las paredes, aquellos de «Prevención del suicidio» y cosas así.

El lugar está lleno pero se siente vacío.

Durante todo el día nadie habla de ello, no hay palabras de la directora ni palabras de ningún profesor. Todo es tan silencioso que quisiera gritar para deshacer el silencio abrumador en el cual el mundo está sumergido, para que dejen de pensar en lo que sé que están pensando, para que dejen de murmurar, para que se callen todos. Pero no lo hago, el grito se queda ahogado en mi garganta, junto a la rabia y más emociones.

Camino hasta la última clase, ni siquiera sé cómo mis piernas se mueven. Mathenson deja sus hojas en el escritorio, su mirada oscura se posa sobre el lugar vacío frente a mí y lo sé, ese sentimiento. Su mirada se cruza con la mía y hay algo de apoyo, además del dolor, impotencia y quizá una pizca de culpa.

-Silencio, por favor -comienza Mathenson alzando la voz. Camina hasta la puerta y la cierra, se pasa una mano por el rostro moviendo las gafas en su nariz, se posa al centro y suelta un suspiro-. No tendría que estar dando clase en este momento, porque este no es mi grupo, no está completo. Sé que deben saberlo, pero dejen de hablar de esto como si fuera algún chisme o rumor, algo sin importancia. Sepan que me están obligando a dar esta clase, aún cuando en mi grupo falta alguien, cuando hay dolor, y todo es muy reciente. -Sus iris se posan en mí y se mueven posándose en algunas personas más-. Si alguien quiere salir de clase puede hacerlo, si necesitan ir a casa... está bien.

Mathenson desvía la vista a la puerta, la cual la abre Mia, tiene la cabeza cubierta por el gorro de su sudadera. Hablan unos minutos afuera, ella asiente levemente, se limpia algunas lágrimas y finalmente Mathenson la abraza después de que Mia le de su USB.

El tiempo pasa muy lento, la aguja del reloj apenas se mueve cada vez que lo miro. Personas pasan al frente, le entregan su proyecto a Mathenson y él lo revisa haciendo que le expliquen brevemente cada página. Del bolsillo de mi sudadera saco el pequeño dispositivo lila, lo revisé ayer y está completo. El trabajo está completo y Alex lo puso dentro de la carta con mi nombre.

El simple hecho de mirar esta USB hace que un nudo se forme en mi garganta, el dolor se asiente en mi estómago y todo vuelva a derrumbarse.

-Samuel... -dice en voz baja Mathenson.

Alzo mi mirada a la suya limpiándo las lágrimas que se deslizan por mis mejillas. Estiro mi mano con el USB a él, Mathenson me mira y lo toma con delicadeza, como si tuviera miedo de hacerme daño.

-Ella... -mi voz se quiebra, me paso la mano por el rostro y me levanto colocándome la mochila sobre el hombro-. Ella lo terminó sola. Trabajamos juntos pero al menos las últimas diez hojas son solo suyas. -Aparto las lágrimas que siguen cayendo de mis ojos, mojo mis labios y agrego-. ¿Pu...puedo irme?

Mathenson asiente. Camino hasta la puerta con varias miradas en mi, las ignoro completamente y salgo del aula.

⋆ ˚。⋆ ˚。⋆

La última semana pasa muy lento, lleno de miradas con intento de empatía o pena, murmullos llenos de mentiras o esa verdad dolorosa. Las paredes siguen llenándose de carteles de prevención del suicidio o a quién llamar si te sientes de tal manera.

Todo es una mierda, todo se siente muy solo. Mia no ha asistido a la escuela, y yo solo lo hago porque en casa me siento aún más solo. Angie también está afectada, pero me abraza cada vez que puede y va todos los días a ver a Mia.

Los días vuelven a cómo eran antes, le falta intensidad a los colores, belleza y emoción al mundo. Le falta ella.

Empujo la pequeña puerta de metal, el césped hace ruido con mis pisadas, pero en realidad todo está muy callado. El cielo parece triste, con un azul opaco y llenándose cada vez más de nubes grises.

Mia se aleja del grupo con lágrimas en los ojos, la veo dirigirse a una lápida a varios metros de dónde estaba, se agacha y posa una rosa frente a esta, pasa sus dedos con suavidad sobre la superficie de la piedra después de decir algo y se levanta. Durante el trayecto de regreso nota mi presencia.

Las palabras sobran y hacen falta al mismo tiempo, el dolor sigue desgarrando como el primer día. Los brazos de Mia se posan alrededor de mí y yo hago lo mismo, siento que quiero apretarla demasiado, desahogar el dolor en mi pecho, tirarme al suelo y seguir llorando, patear, romper, quebrar...

Sigo a la castaña al grupo de personas donde están los padres de Alex y los mellizos, todos lucen igual de afligidos, destrozados. También está Milo, Noah, Angie y un chico moreno al que no conozco. Veo a Derrick entrar y caminar hasta mi, su mano se posa sobre mi hombro y automáticamente siento ganas de llorar otra vez.

Los minutos pasan, llenos de dolor, lágrimas, palabras y silencio.

Últimamente todo ha estado callado y demasiado ruidoso al mismo tiempo, pero ningún ruido es su risa, ni su voz, ni el chasqueo de su lengua o ella cantando.

-Samuel. -Derrick mueve mi hombro y vuelvo a la realidad, donde todos se están yendo con lágrimas en los ojos y dolor en sus corazones.

Camino junto a él, en silencio y con pasos cortos.

-Ya vengo -avisa Derrick.

Su mano se va de mi hombro y me siento débil de nuevo. Lo sigo con la mirada, va con el chico moreno de hace rato, los dos junto a Noah, Mia y Angie se acercan a la misma lápida en la que hace unos minutos estaba Mia. Está a unos metros, rodeada de muchos más nombres, piedras y cruces.

Camino con lentitud hasta ellos, después de algunos minutos se van yendo uno a uno. Noah me da un abrazo, Mia se aleja junto a Angie de la mano y el chico moreno se va por su cuenta. Solo quedamos Derrick y yo.

Me acerco a su lado y leo el nombre grabado en la piedra.

Trevor Fletcher Allen, 17 noviembre 2000 - 27 julio 2019.

Me cubro el rostro y comienzo a llorar, y llorar y llorar. Derrick me envuelve con sus brazos pero no es suficiente, no me siento bien, me siento débil, siento que mis piernas dejarán de funcionar en cualquier momento.

-Ya no le duele -musito. Las palabras desgarran mi garganta, como cuchillos, saliendo de mi estómago y dañando todo a su paso. Derrick aprieta su abrazo, posando su barbilla en mi cabeza-. Ya no le duele... están juntos.

-Shh, Samuel. -Sus palmas acarician mi espalda intentando calmarme, brindarme su calidez, apoyo y amor.

Los sollozos salen de mi garganta, retumbando en el lugar. Parece que le duelen a Derrick porque cada vez me abraza más fuerte.
Es el sonido de un corazón roto.

-Ella no... Ella no... -Mis sollozos casi son gritos ahogados en el pecho de mi hermano-. No puede ser real. ¡Dime que no es real!

Niego con la cabeza, lloro, grito, y me tiro al suelo. Pero nada cambia. El mundo sigue en una pieza cuando para mí todo se siente roto.


Sola #1 [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora