10. La... ¿cita?

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Martin en todo lo que restaba del día estuvo repitiéndose una y otra vez que no le estaba faltando el respeto a su esposa, que ella hace años había partido y que él tenía todo el derecho de darse una oportunidad con alguien más.

Alicia en los últimos meses había logrado hacerlo sentir en casa, tenerla cerca le gustaba, le gustaba la sonrisa nerviosa que ella le regalaba cuando él se le acercaba, le gustaba su olor, el brillo de sus ojos, lo tierna y amable que era con todos los niños de la función, lo buena amiga que era con Fedora y la excelente madre que era para Romina.

Aunque a veces pareciera que ella le era indiferente al ojiazul, no era así, ya que siempre la observaba, la admiraba y después del accidente cuando pensó que estaba a punto de perderla la comenzó a querer, pero eso era algo que él aún no se atrevía a admitir.

Por otro lado, Alicia estaba hecha un manojo de nervios. Le asustaba todo lo que estaba arriesgando por Martin, aquel hombre la estaba sacando de su zona de confort.

¿Cuándo Alicia Montiel se había atrevido a invitar a un hombre a cenar? — pensaba ella y se reía de sí misma.

Aquellos ojos azules habían llegado para volverla loca y poner su vida patas arriba, pero a ella le gustaba, le gustaba lo que él le provocaba, le gustaba todo lo que él había hecho por ella, porque él la había salvado desde el primer momento y eso tenía que significar algo.

¿Una señal del cielo quizás?

...

Cerca de la hora de la cena, Alicia recibió un mensaje de Martin.

Cuando la morena leyó el nombre del ojiazul en la pantalla, se asustó un poco, porque pensó que él se había arrepentido y el mensaje era para cancelar la cena. Entonces, se quedó unos segundos mirando al celular, hasta que se animó a abrir el mensaje.

"Sé que quedamos en vernos en la fundación, pero resulta que casualmente somos vecinos *emoji de risa*, así que mejor yo te busco en tu casa a las 8, ¿te parece?"

Alicia sonrió aliviada, cuando lo invitó estaba tan nerviosa que por un momento se le había olvidado ese pequeño detalle.

"¡Perfecto!" - respondió ella.

Alicia contestó el mensaje y salió corriendo a ducharse para luego pararse enfrente de su closet y examinar cada una de sus prendas para ver que se pondría. Ella quería algo deslumbrante pues quería llamar la atención del guapísimo que le robaba suspiros.

La morena tenía su cama inundada de vestidos, faldas, blusas, jeans, shorts, jerseys y toda la variedad de prendas que existen, hasta que, por fin en el fondo de su armario encontró el vestido perfecto para esa noche especial.

Alicia empezó planchándose el cabello y haciéndose ondas en las puntas, luego humecto su rostro ya que se haría un maquillaje de noche que sería algo un poco más cargado de lo habitual, colocó una maravillosa sombra clara sobre sus parpados, se hizo la línea de gato, jugó un poco con el contorno, luego se puso sus pestañas postizas, se hizo las cejas, se puso un poco más de rubor sobre sus mejillas y finalizo con un labial rojo concho de vino como el color de su espectacular vestido que era pegado al cuerpo, hasta la rodilla y tenía un escote de infarto.

En la casa de Martin la cosa era un poco menos ajetreada, pero él inconscientemente también quería llamar la atención de la hermosa morena, así que se dio una buena ducha y se puso su mejor colonia para luego vestir un terno azul marino con una camisa blanca por debajo y una hermosa corbata carmesí, finalizando con unos zapatos negros de suela.

Ambos se miraron en sus respectivos espejos y sonrieron triunfantes ya que quedaron bastante satisfechos con el arduo trabajo para lucir bien para el otro.

...

Cuando llegó la hora acordada, Martin puntualmente tocó el timbre de la casa de Alicia.

Ella estaba demasiado nerviosa, pero hacía lo posible para disimular.

— Qué bueno que ya estás lista, creo que la puntualidad es algo que tenemos en común. - Dijo el ojiazul sonriendo mientras miraba a la morena de pies a cabeza.

Alicia siempre le había parecido bella, pero esa noche estaba realmente deslumbrante.

— Me parece que sí. — se limitó a decir con una sonrisa, porque los nervios no le permitían hablar mucho.

"Ya tienes que calmarte, Alicia. Es solo una cena, no pasa nada..." — pensaba ella una y otra vez.

— Entonces... ¿vamos en mi coche? Ya elegí un restaurante que creo que te va a encantar. — expresó Martin al notar que la mujer estaba más callada de lo normal.

— Sí, claro...

En el camino hacia el lugar, el ojiazul se dio cuenta de que Alicia estaba nerviosa, aunque no entendía muy bien la razón. Así que empezó a platicar con ella acerca del trabajo, ya que por ahora este era el principal tema que los unía.

Cuando al fin llegaron, la morena se encontraba más calmada. Pasaron a la mesa, mientras Alicia admiraba lo lujoso que era el lugar.

— Que hermoso es este restaurante. — expresó ella mirando detenidamente el lugar.

— Sabía que te iba a gustar. — el ojiazul sonrió triunfante — Realmente es mi restaurante favorito de México y casi del mundo. — rio.

— Pues creo que también se convertirá en uno de mis favoritos — Alicia le regaló una sonrisa cómplice — pero antes tengo que probar alguno de estos deliciosos platillos. — dijo la mujer leyendo la carta que les había entregado el mozo.

— Los crabs con salsa marinera es de mis platillos favoritos de este lugar. — Martin cerró sus ojos para recordar el delicioso sabor.

— Pues entonces hay que averiguar si eso es cierto. — dijo Alicia cerrando la carta.

— Bien. — Martin sonrió nuevamente triunfante — Entonces que sean dos platillos de crabs con salsa marinera y un vino blanco, ¿te parece bien?

— ¡Perfecto! — Alicia sonrió.


Un amor solidario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora