30. Algo se rompió.

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— Yo también, pero... — hizo una pausa — Fedora me necesita, está enferma — dijo bajito — aún no sabe exactamente lo que tiene, pero la escuché bastante asustada. – Alicia prefirió no entrar en detalles, ya que era algo bastante delicado y el diagnostico no estaba confirmado.

— ¿En serio? — Martin parecía comprender — Si es así ahora entiendo. Sí amor, debes estar con Fedora. — la acurrucó más a su pecho — Ambas son como hermanas y tienes razón, te necesita. — afirmó — Solo espero no sea nada grave.

— Yo también lo espero. — Alicia cerró los ojos y aspiró el maravilloso aroma de su hombre.

— Vamos a desayunar ahora. — dijo Martin soltándola — Vaya mi reina a la mesa que ya le llevo su delicioso desayuno.

— Quiero ayudarte.

— No, yo te serviré mi amor. — el ojiazul la beso en los labios y ella obedeció.

Ambos desayunaron muy a gusto y alrededor de las 10 de la mañana los tórtolos se encontraban nuevamente en la cama haciendo el amor.

— Te extrañaré mucho. — dijo la morena acariciando el pecho de su hombre.

— Yo también, mi bonita. — besó su cabeza — Pero espero regresar pronto a México, ya no sé estar tanto tiempo sin ti. — el ojiazul la tomo de la barbilla devorando su boca sin piedad, mordía y chupaba su labio inferior para luego dejar que sus lenguas se encontraran y explotara un gemido en sus bocas.

Una hora más tarde ya estaban saliendo rumbo al hospital para que Alicia se despidiera de Dieguito, no sin antes prometerle al niño que estaría muy al pendiente de él por medio de su papá y también le prometió que se verían muy pronto en México y que lo llevaría a conocer varios lugares, pero principalmente la basílica de la Virgen de Guadalupe.

Para el medio día ya ambos estaban en el aeropuerto despidiéndose porqué Alicia ya tenía que abordar su avión que le llevaría nuevamente muy lejos del hombre al que amaba.

— Me llamas cualquier cosa ¿está bien? Y mantenme al tanto de la salud de Fedora, por favor. — pidió el ojiazul, a lo que Alicia asintió y se quedaron un par de minutos en silencio mirándose fijamente a los ojos.

— Te voy a extrañar mucho. — dijo por fin la morena acariciando la mejilla de su novio.

— Te voy a extrañar mucho más, mi amor. — Martin rodeó con sus brazos el cuello de Alicia y la abrazó fuerte, ambos se fundieron en un abrazo eterno, no se querían separar y aunque pareciera una tontería les dolía, sus corazones gritaban cosas que ellos no lograban comprender, pero se sentía el gran vacío.

Alicia antes de desaparecer en la multitud de gente volvió a conectar con la mirada de Martin a lo lejos y algo dentro de su pecho se rompió. Por los ojos cristalizados del moreno ella supo que a él le pasó exactamente lo mismo, pero ella siguió su camino, abordó y su avión despegó.

Después de dejar a su novia en el aeropuerto, Martin fue al hospital.

— ¿Como está Diego hoy? — le preguntó a Adriana apenas la vio en el pasillo

— Bien... o sea, igual que ayer. Pero los doctores dicen que poco a poco su cuerpo está respondiendo a los medicamentos, ahorita se quedó dormido. — dijo la mujer

— No hay que perder la fe, yo sé que es un niño fuerte. — dijo Martin tratando de darle ánimos, aunque él también tenía miedo.

— ¿Y Alicia? ¿No vino contigo hoy? Diego me dijo que le cayó muy bien.

— No, ella tuvo que regresarse a México por un problema personal.

Adriana lo miró pensativa, esta información le había dado una pequeña esperanza de conquistar al ojiazul.

...

Al estar de regreso a México, lo primero que hizo Alicia fue contarle a Romina lo que estaba pasando con Fedora.

— Ay mamá, no lo puedo creer. Ahora entiendo porque decidiste regresar tan pronto... ojalá que no sea cáncer, Fedora no se merece algo así. Bueno, en realidad nadie se lo merece. — expresó la chica con tristeza

Alicia decidió llamar a su amiga e invitarla a cenar y a dormir en su casa, para que platicaran las tres.

Así que, a las 9 de la noche, la rubia tocó la puerta de la casa de la morena.

— Que bueno que aceptaste estar un rato con nosotras. — dijo Alicia cuando abrió la puerta, mientras abrazaba muy fuerte a Fedora.

Romina cocinó algo ligero, y más tarde las tres se sentaron en un sillón en el cuarto de Alicia.

— Espero que no te moleste, pero ya le conté a Romi... — dijo Alicia

— Por supuesto que no, amiga querida del alma. Romina es como una hija para mí. — expresó emocionada — La verdad es que sí voy a necesitar del apoyo de ustedes. Me siento muy mal, y no lo digo por los dolores físicos, sino porque la preocupación no me deja dormir.

Romina la abrazó.

— Aquí estaremos para todo lo que necesites, tú eres como una segunda madre para mí. — dijo la ojiverde.

Las tres mujeres siguieron conversando un rato, tratando de darle ánimos a Fedora de que pronto se pondría bien, cuando de pronto alguien llamó a la puerta.

Alicia bajó las escaleras y fue a ver quién era, y se sorprendió al ver de quien se trataba.

— Supongo que tú debes de ser Diablo el mejor amigo de Martín. — dijo Alicia, tratando de recordar que alguna vez lo había visto por foto.

— Mucho gusto, y tú debes de ser Alicia, la famosa novia de Martín. — dijo Diablo, y ambos se rieron — Perdón por venir a molestar, pero pensé que acá era la casa de Martín.

— No te preocupes, la casa de Martín es la que sigue, seguro vienes a buscarlo, pero él se fue de viaje a Brasil. Pasa si quieres, te contaré bien. — dijo Alicia amablemente, invitándolo para que entrara en su casa

— Ohh muchas gracias, no sabía que Martín no estaba, tengo varias semanas que no sé nada de él.

— ¿Sí? Seguro con todo lo de la enfermedad de su hijo no se ha podido comunicar contigo. — dijo Alicia

— ¿Enfermedad de su hijo? — preguntó confundido — Que yo recuerde Martín no tuvo ningún hijo.

— Pues era lo que creíamos, inclusive Martín también, pero resulta que sí tuvo un hijo con una mujer llamada Adriana, dice que fue antes de casarse en una noche de copas... - explicó la morena

— No estaba enterado de eso. Pero bueno, ¿y que es lo que tiene el niño? — preguntó Diablo curioso

— Sus riñones están muy dañados y está internado en hospital en Brasil, están tratando de darle tratamiento para que se mejore, Martin tiene muchas esperanzas de que se va a poner bien, y yo lo estoy apoyando.

— ¿Pero porque Martin no me contó nada de eso? — dijo realmente sorprendido

— Supongo que fue porque todo sucedió muy rápido. — Alicia no sabía que responderle

Platicaron algunos minutos más, y entonces el hombre se fue. Cuando llegó a su casa, llamó de inmediato a su amigo.

Un amor solidario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora