5. Cafés.

127 17 5
                                    

A la mañana siguiente llegó a la fundación muy temprano Alicia, ya que la semana que había pasado, con tantos trámites que le había tocado hacer no había visto a los niños y estaba ansiosa por ir a verlos.

Los niños al ver a Alicia llegar al salón de juegos corrieron hacia ella.

— Hola mis niños hermosos, ¡los extrañé mucho! — dijo emocionada por verlos de nuevo.

Martín iba entrando al salón de juegos y se encontró con la hermosa escena de los niños abrazando con mucho amor a Alicia, le pareció muy hermosa y tierna la forma en que la morena trataba a los niños y todo el amor que los niños le tenían.

Alicia volteó y se encontró con un Martín observándola.

— Holaaa Alicia ¿Cómo estás? — preguntó Martín acercándose a donde ella estaba con los niños.

— Ho... hola, Martín ¡estoy muy bien! ¿Y usted cómo está hoy? — dijo Alicia con los nervios de punta.

— ¿No habíamos quedado en tutearnos? — el ojiazul levantó la ceja de una manera graciosa, lo que causó la risa de la mujer.

— Tienes razón. — dijo ella — ¿Y como así tan temprano por aquí? — preguntó.

— Cada vez me gusta más este lugar. — confesó el ojiazul — Los niños corriendo de un lugar a otro... — hizo una pausa — se siente como hogar.

— Te entiendo perfectamente. — Alicia lo miraba fijamente y le sonrió — Emmm — la morena dudó en preguntar, pero recordó la conversación que había tenido el día anterior con su mejor amiga y decidió que era momento de arriesgar un poco — ¿Te gustaría tomar un café? — preguntó tratando de aparentar serenidad — No es por nada, pero Chayito, la señora de la cafetería de aquí a la vuelta, hace un café delicioso, el mejor del mundo — rio sutilmente.

— Ah, ¿sí? — preguntó el moreno divertido y Alicia asintió con cabeza regalándole una sonrisa — Pues hay que probarlo entonces. — Martin sonrió — Después de ti — abrió la puerta del salón para que Alicia pasara y juntos se dirigieron a la cafetería más cercana.

— ¿Gustas que tomemos el café aquí o lo pedimos para llevar? — preguntó ella notando la incomodidad de Martín.

— Sí, claro, lo tomamos aquí. — dijo tratando de relajarse, ya que al platicar con una dama siempre se le venían recuerdos a su mente de su difunta esposa.

— Me decías que te gustó mucho la ciudad... ¿piensas quedarte mucho tiempo acá? — preguntó tratando de entablar una conversación con Martín.

— Suelo viajar por el mundo, ya que desde que mi esposa falleció, siento que no encuentro un lugar para poder estar.

— Siento mucho lo de tu esposa. — dijo Alicia compadeciéndose de Martín.

— ¿Sabes? Ya pasaron varios años de la muerte de mi esposa, pero aún me resulta difícil hablar sin sentir tristeza — dijo un Martin notablemente melancólico.

— Me imagino que no es nada fácil perder a un ser amado.

— Es muy doloroso. — dijo un Martin con la mirada perdida pero que pronto reaccionó y cambió de tema para no aburrir a la directora de la fundación — Pero cuéntame tú, ¿Eres casada? — Preguntó.

— No, me divorcié hace un tiempo y tengo una hija maravillosa. — respondió Alicia con mucha ilusión.

— ¿En serio? — dijo con el entusiasmo que lo caracterizaba — A mí me hubiera gustado mucho tener hijos, pero desgraciadamente no tuve esa oportunidad.

Mientras ambos tomaban su café la conversación siguió su curso, hasta que tuvieron que volver a la fundación.

— Creo que es hora de irnos, Martín. — dijo Alicia mirando el reloj.

— Claro, hay cosas que hacer. — el ojiazul pidió de inmediato la cuenta.

— Me gustó mucho este café que nos tomamos, y la plática, por supuesto. — confesó — Ojalá se vuelva a repetir.

— Gracias por la plática y seguro se volverá a repetir, amiga. — ambos sonrieron.

La morena no quería ilusionarse, pero al parecer ya era un poco tarde.

...

Después de un rato llegaron a la fundación y Martín se quedó en el jardín trasero con los niños mientras que Alicia entró a su oficina.

— Amiga querida del alma, ¿dónde andabas? — preguntó curiosamente Fedora.

— Perdón, es que fui a tomar un café con Martín y se me olvidó avisarte. — aparentó desinterés para que su amiga no la llenara de preguntas, pero fue inútil.

— ¿Como? ¿Tu un café con Martín? ¡Cuéntamelo todo! — exclamó la rubia muy emocionada.

— Realmente no hay nada que contar, hablamos de todo un poco. — la morena hizo una pausa para memorizar — Es viudo y ha viajado por muchos lugares.

— ¿Viudo? Tan joven y viudo, pobre.

— Me preguntó si era casada. — la morena no pudo evitar sonreír.

— ¿Que? Pero amiga ese hombre algo quiere y no precisamente tu amistad.

— Ay Fedora, para nada solo fue una pregunta como cualquier otra, en fin, hay que trabajar amiga.

Alicia quiso disimular un poco, pero es que en realidad se estaba ilusionando mucho con aquel hombre y era algo que ella no podía permitirse, tenía miedo a salir lastimada o a decepcionarse, como había pasado en su matrimonio.

...

Días después, los cafés entre Alicia y Martin se hacían cada vez más frecuentes, y es que el ojiazul estaba efectivamente trabajando todos los días en la fundación, sentía que había encontrado su lugar en el mundo.

Siempre que él llegaba al trabajo, Alicia lo esperaba con dos cafés y platicaban un rato. Aunque al principio trató de negarlo, Alicia se estaba enamorando y ella tampoco le era indiferente a Martin, solo que él todavía no se había dado cuenta, hasta que pasó algo...

Domingo, 21 de noviembre de 2021.

Martin había ido a correr en el parque que quedaba cerca de donde vivía y se le hizo raro no ver a su vecina por allí, pero asumió que ella tenía otras cosas que hacer.

Ese día Alicia se había quedado dormida por más tiempo que de costumbre, cosa que la estresaba un poco, porque le gustaba ser perfeccionista.

Una hora más tarde que lo habitual, la morena puso sus audífonos y fue en dirección al parque. Trató de relajarse con las canciones que escuchaba, pero se distrajo demasiado y no se fijó al cruzar una calle.

De pronto, todo se volvió negro.

— ¡¡¡ALICIA!!! - gritó Martin, que se había sentado un rato para descansar y justo vio cuando un coche no pudo frenar a tiempo y terminó atropellando a la morena.


Un amor solidario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora