33. Decepciones.

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— Te juro que no te mentí, yo siempre pensé que Diego era tu hijo, porque con la otra persona que estuve en aquella época yo me cuidé y contigo no, por eso no tenía dudas y... – Adriana trataba de justificarse

— Basta. — él la interrumpió — Ya no me interesan estos detalles. ¿Tienes idea de que estoy con el corazón roto? — aumentó su tono de voz — Mi mayor sueño era ser padre, si no estabas segura no debiste ilusionarme así. — dijo y se fue del hospital

El ojiazul se fue directo al hotel y se encerró en su cuarto, donde lloró por mucho tiempo. No tenía ganas de hablar con nadie, sentía que otra vez la vida le estaba quitando personas, aunque ahora de distinta manera.

...

24 de febrero del 2022 — México:

Una semana después de la muerte de Fedora, Alicia ya no era la misma. Estaba ojerosa, no podía alimentarse bien y muchas veces vomitaba.

En este tiempo había llamado muchísimas veces a Martin, pero él no le volvió a hablar y por eso la morena empezó a creer que él la había olvidado ahora que había hallado una familia en Brasil, porque no encontraba otra razón lógica. Se cuestionaba si todas sus palabras de amor habían sido mentira, y no entendía porque el ojiazul le estaba haciendo esto.

Sin embargo, ante Romina trataba de fingir que no estaba tan mal, no quería preocupar a su niña. Además, con la ayuda de Diablo, ella seguía trabajando todos los días en la fundación, aunque cada rincón de aquel lugar le recordaba a su mejor amiga.

Brasil:

Después de enterarse que no era el padre de Diego, Martin cayó en una especie de depresión. No había vuelto a salir de su cuarto, ni siquiera se animaba a agarrar su celular. Estaba prácticamente aislado del mundo.

Él sabía que le debía muchas explicaciones a Alicia, pero simplemente no se sentía capaz de hablarle, no quería afectarla con sus problemas, porque la amaba mucho y pensó que así la estaba cuidando.

Pero las cosas empezaron a cambiar cuando Martin escuchó que alguien tocaba la puerta insistentemente.

Se levantó de mala gana, y se asustó cuando vio que se trataba de su amigo Diablo.

— Que cobarde eres, Martin. ¿Como abandonas a Alicia cuando ella está pasando por el peor momento de su vida? — le dijo mientras entraba en la habitación sin siquiera ser invitado.

— ¿De qué hablas? — preguntó asustado

— Hace una semana que se murió Fedora, y apenas ayer me enteré de que no contestas las llamadas de Alicia. No tienes idea de lo mal que está ella, no sé de dónde saca fuerzas para seguir ayudando a los niños de la fundación.

— ¿Que? ¿Me estás hablando en serio? ¿De qué se murió? Alicia me había comentado que Fedora estaba enferma, pero no pensé que fuera tan grave.

— Parece que sí estaba enferma, pero se murió en un asalto. De hecho, ella le salvó la vida a Alicia.

Martin no podía creer en lo que escuchaba, se estaba sintiendo la peor persona del mundo por haber sido tan egoísta.

Después de escuchar atentamente las palabras de su amigo, él le contó que jamás se le había cruzado por la cabeza la idea de abandonar a su novia. También le comentó todo lo sucedido con Adriana y Diego.

— Sabes que el niño no tiene la culpa de nada, ¿verdad? Aunque no seas su padre, lo puedes seguir viendo. — aconsejó el hombre

— Ya sé, ahora que te escucho me doy cuenta de que fui un estúpido con Diego y con Alicia, pero voy a arreglar las cosas.

Martin corrió a ducharse, se rasuró la barba y se puso por fin ropa limpia después de una larga semana. Tenía que levantarse por su adorable novia y por ese niño que, aunque no era suyo, ya le había robado el corazón.

Pensó en llamar a Alicia, pero después de una semana sin contestar sus llamadas y al enterarse de la tan lamentable noticia prefirió regresarse a México ese mismo día, pero antes debía despedirse De Diego.

— Hola, Adriana, que bueno que contestas. — dijo el ojiazul con un notable alivio.

— Hola, Martin, ¿como estás? ¿Como así me llamas? Pensé que seguías enojado.

— Te debo una disculpa, yo me cegué y no debí hablarte de la forma en que lo hice. — el hombre suspiró — Hoy me tengo que regresar a México, pero antes quisiera despedirme De Diego.

— No sé si sea bueno para él Martin, yo... — el ojiazul la interrumpió.

— Por favor, solo quiero hacerle saber que conmigo puede contar siempre, aunque no sea mi hijo.

— Está bien... — la mujer no estaba tan convencida, pero sabía que Martin era bueno — solo porque sé que se podrá muy feliz al verte. — hizo una breve pausa — Cuando le conté que tú no eras su papá se entristeció mucho... aún sigue muy triste, quizás el verte el devuelva la alegría. — confesó.

— Así será, te lo prometo. — Martin sonrió ampliamente.

— Puedes venir ahora, él ya no está en el hospital. Te pasaré la ubicación por WhatsApp, ¿está bien?

— ¿En serio ya salió del hospital? ¡Perfecto! – respondió contento.

Unos minutos después el ojiazul estaba enfrente de una puerta enorme cuando vio que un niño hermoso corría hacía él para abrazarlo.

— Campeón, ¿como estás? — preguntó Martin levantándolo en sus brazos.

— Muy bien, ya no siento dolor. — dijo contento, pero su sonrisa se desvaneció cuando recordó algo — Mamá me dijo que tú eres mi papá, ¿eso es verdad? — preguntó el ojiverde con mucha tristeza.

— Es verdad. —le afirmó — ¿Pero sabes que? — El niño le puso atención — Eso no importa, porque yo te quiero mucho y siempre vas a poner contar conmigo, ¿entiendes?

— ¿Seríamos como mejores amigos? — preguntó Diego un poco incrédulo.

— Exacto, seremos mejores amigos y los mejores amigos siempre están en todo momento, no importa la distancia, ni el tiempo, ni la diferencia de edad.

El Niño le sonrió y lo abrazó con todas sus fuerzas, segundos después se percataron de la presencia de la pelirroja quien tenía sus ojos cristalizados por la bonita escena que había presenciado.

— ¿Viste mamá? Ahora tengo un mejor amigo. — dijo Diego con mucha alegría.

— Que afortunado eres, mi amor. — dijo la pelirroja acariciándole la mejilla a su hijo — Gracias, Martin. — dijo sinceramente — Alicia es muy afortunada de tenerte.

— Yo soy afortunado al tenerla. — aseguró — Campeón, ahora tengo que regresar a México porque Alicia me necesita, pero tú puedes irme a visitar siempre que quieras, ¿está bien? Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti.

— Iré a visitarte, mejor amigo, te lo prometo. — el niño le dio un último abrazo al ojiazul. — Le das un beso de mi parte a Alicia por favor. — dijo Diego muy bajito y Martin le sonrió y le guiñó el ojo como asegurándole que lo haría.

— Buen viaje. — le deseo la ojiverde.

Martin llegó al aeropuerto y vio a su amigo Diablo esperándolo para abordar juntos el avión y regresarse a México.

Al llegar, el ojiazul fue directo a la fundación, pero al llegar le avisaron que Alicia había salido más temprano del trabajo, porque no se sentía bien.

Cuando tocó la puerta de la morena, Martin esperaba con ansias que ella lo recibiera, pero se preocupó mucho al ver la cara de Alicia cuando abrió la puerta.


Un amor solidario.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora