Hospital Yunmmeng

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Wang Yibo levantó los brazos en son de paz.

– Mingjue, podemos buscar una solución, Tío QiRen es un socio importante, conseguirá un trato por tí

El Nie negó con la cabeza mientras sostenía su arma, la mano casa vez más inestable.

La sala de espera blanca y la bata de doctor de Nie Mingjue contrastaban enormemente con la pistola negra.

Xiao Zhan se estaba enojando escondido dónde estaba a la vuelta del pasillo, desde su posición sólo podía ver a Yibo tratando de calmar al idiota que había asesinado a media docena de pacientes en los últimos años como doctor en el hospital Yunmmeng.

Dió vuelta y salió directo a la vista de los dos pero por metros más alejado.

– ¿Cómo es posible que estés negociando con...?

Su tono era decepción y enojo al reclamarle a Yibo hasta que vió el arma en las manos del Nie.

Nie Mingjue se asustó por la intromisión del doctor y su mano apuntó en su dirección.

– ¡Hey!

Gritó Wang Yibo y dió dos pasos en su dirección.

– ¡Detente!

Gritaron Xiao y Mingjue

Xiao no quería que le dispara a Yibo

Y Yibo no quería esa arma apuntando a Xiao Zhan.

Nie Mingjue volvió a apuntar al hermano menor de Xichen y así se quedó.

– El viejo QiRen no va a hablar por mí, no después de lo que he hecho

Dijo un poco destruido.

– Xichen lo hará y mi tío va a apoyarlo, lo sabes, solo suelta el arma y entregate.

Nie Mingjue negó de nuevo.

– ¿Qué hay de Xiao Zhan?

Preguntó haciendo un vago gesto con el arma en su dirección.

– Tampoco hablará, sólo nosotros sabemos el alcance de esto, entregate por el último asesinato y ya

Era un buen trato y Mingjue lo estaba considerando en su mente, una vida pesaba menos que seis.

Xiao Zhan no hablaba en absoluto pero sus manos temblaban. La pistola había apuntado unos segundos en su dirección y todo el aire había escapado de sus pulmones. No conseguía imaginar cómo Yibo podía estar negociando con ese cañón a menos de dos metros.

– Nadie más debe saberlo

Pidió con los dientes apretados y los ojos rojos, estaba desequilibrado.

– Nadie lo hará

Prometió el joven con uniforme azúl sin la bata blanca.

– ¿Cómo sé qué no me estás engañando?

Preguntó agarrando la pistola con más fuerza.

– Xichen sufriría, yo amo a mi hermano, y le prometí a mis padres antes de morir que no lo haría sufrir nunca

Nie Mingjue lo sabía, él había estado ahí cuando los tutores de ambos fueron asesinados en un callejón por resistirse a un robo y Xichen se hundió en depresión, Wang Yibo había hecho todo a su alcance para que su hermano volviera a sonreír, incluso si él mismo perdió su sonrisa en el camino.

– Nadie más

Volvió a repetir como una sentencia y el otro asintió.

A un lado de ellos, del lado contrario a dónde estaba Xiao Zhan se abrió la puerta doble y entraron dos personas apuradas que miraban para atrás como si alguien las persiguiera.

Amor inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora