Leyes de dragón

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El planeta DracThorn estaba dividido en dos reinos: Yunmmeng Jiang de un lado, gobernado por los usuarios de energía pura y dragones morados. Del otro lado, Yilling en dónde aparte de dragones negros algunos usuarios podían manejar energía resentida en lugar de energía espiritual.

Los dragones abundaban de todos los colores pero solo podían ser domados por gente importante y de una buena casta, las personas tenían dragones propios, pero solo los más fuertes cultivadores podían tomar prestados atributos de sus dragones y dejarlos libres a su antojo.

El heredero al trono de Yunmmeng siempre dejaba a su dragón durmiendo en el castillo y sólo usaba su poder a través de un anillo que su dragón, Zidian, le había dado.
Jiang Cheng siempre había sido un príncipe muy inusual, no se quedaba en su reino sentado en su sillón favorito mientras sus súbditos morían de hambre. Él ayudaba a los soldados, apoyaba a los pobres, brindaba educación a mujeres y niños.

Pero tenía un defecto

Era impulsivo

Cuando estaba supervisando las minas de oro en la frontera de Yunmmeng con Yilling y vió un espía, lo que debió hacer fue mandarlo a capturar por sus soldados, sin embargo lo que en realidad hizo fue ordenar que nadie interviniera en su cacería y se lanzó.

El principe subió a su espada y persiguió al espía jugando con él como un gato con un ratón, pero estaba tan centrado que cuando se dió cuenta ya había pasado a territorio del reino enemigo y eso estaba prohibido. Sus soldados esperaban en la orilla listos para que les ordenara ir con él. 

– Regresen al reino, todo mundo tiene prohibido seguirme

Los soldados se mordieron la lengua y dieron la vuelta mientras su príncipe volvía a irse tras el espía. Jiang Cheng al fin le cayó encima al sujeto.

– Hagamos todo más divertido, tú te resistes y yo te torturo

El hombre era feo y temblaba bajo su pie.

– Y-yo soy de la corte, no puedes hacerme daño

Al príncipe no le gustaba que le llevaran la contraria por lo que de inmediato sacó su arma favorita. El latigo morado salió y azotó la espalda del sujeto.

– Respuesta incorrecta

El poder de Zidian se enroscó en la pierna del muchacho, el principe subió a su espada y voló de regreso, arrastrando tras él al espía, chocandolo contra piedras, troncos e incluso metiéndole en lagos que atravesó por encima.

La frontera estaba cerca y Jiang Cheng ya se imaginaba a si mismo deleitándose con la tortura al hombre horrendo el resto del día.

Hasta que un tentáculo de energía resentida lo derribó, tuvo que retraer su latigo, tomar el impacto con la espalda y rodar un poco para aterrizar sin matarse. Se puso de pie. Frente a él estaba un hombre con una sonrisa torcida y malvada, vistiendo de negro completamente, con un guante de cuero en una de sus manos y una insignia de capitán en el hombro izquierdo.

– Me temo que no puede irse con tan poca hospitalidad príncipe Jiang, ¿Qué diría su reino?

Jiang Cheng reconocía una serpiente cuando la veía y sus sentidos estaban alertas.

– De ninguna forma voy de regreso contigo

La sonrisa del otro se hizo más grande.

– No esperaba menos del sanguinario heredero de Yunmmeng

Jiang Cheng llamó su espada a su mano para comenzar a pelear pero se llevó una sorpresa cuando el capitán le cortó de un tajo la cabeza al espía que había planeado llevarse.

Amor inmortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora