Aquella historia

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Hay una historia que me gusta mucho contar, es una de esas que vale la pena escuchar. Si puedo ser honesta, es de mis historias favoritas, no está en ningún libro, en una revista o en un diario; se encuentra en lo más profundo de mi memoria, en los secretos mejores guardados de mi alma y en aquellas cosas que niega mi corazón.

Hay una historia que me encanta contar, inició con un "te amo" y terminó de la misma forma... fue triste, apasionada e inefable, lo que muchos llamarían un bello romance, pero lo lamento, no fue así, lamento romper tus ilusiones, en el pasar de la historia comprenderás que hubo muchos sentimientos, pero ninguno tan fuerte como el de aquel corazón destrozado por el amor.

Hay una historia que amo contar, comenzó una tarde de viernes, tranquilo y lleno de paz, la vida avanzaba como siempre: normal e impredecible. Fue un día común, hasta que no lo fue, hasta que te ví, hasta que me saludaste lleno de seguridad porque ya me conocías, me desbalanceaste por completo y debo admitirlo... me sorprendiste, no de una forma física o sentimental, solo... algo en ti se me hizo sumamente increíble, era algo indescriptible, a la fecha es que no logro descifrarlo... ¡JODER!

Creo que el problema fue la forma en la que apartaste mi cabello del rostro para no caerme al caminar por el camino en aquella oscura noche, o puedo pensar más y considerar la forma tan espontánea en la que me dijiste que tomara tu mano, si lo analizo mejor, me atrevería a mencionar el pequeño beso que me robaste, fue sencillo, un pequeño beso robado a la luz de la luna.

Me gustaría pensar que no solo fui yo quien sintió aquello que no se puede explicar, quiero pensar que cuando me dijiste que te gustaba, hablabas en serio, pero tus palabras han logrado contradecir a tus acciones, tu desinterés y la forma en la que dijiste que nos conociéramos para que al final ni siquiera me hayas escrito...

Me tienes confundida, pero no pienso hacer tu parte, si realmente lo dijiste, si fuiste honesto y no le mentiste a mi corazón, escribirás y yo estaré aquí; soy comprensiva, soy del todo empática y quiero pensar que solo tienes miedo, miedo de sentir lo mismo de aquella fría noche. Pero no lo sé y, lo que me gusta creer, no es lo que es, no será la verdad, solo tú sabes lo que pasa, porque no me has escrito y porque mentiste si es que lo hiciste... Y está bien, está jodidamente bien, porque no tengo que gustarte, no tengo que traerte loco, porque no soy quien para lograr ese efecto en ti; por ello me disculpo, ya que no soy capaz de provocar lo mismo que provocas en mí y así poder comenzar aquella historia que muero por vivir y vivirla a tu lado, si es posible.

Hay una historia que anhelo contar, pero no puedo, ya que es una historia que no pudo comenzar.

Sobre las nubesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora