2. Volver A Escuchar Su Voz.

1.1K 75 26
                                    

Esa noche Harry y yo habíamos salido a tomar algo. El bar de al lado de su casa estaba abierto hasta muy tarde y algunas veces allí nos pasábamos un buen rato, aunque no bebiéramos mucho.

Aquella noche fue diferente. Daila apareció en ese bar. Yo no le quitaba el ojo de encima, en menos de cinco minutos se había bebido más de tres chupitos de tequila.

—Charlet me está llamando, ¿nos vamos?

Negué.

—Me quedaré un rato, vete tú.

Él asintió. Nos despedimos chocando las cinco. En cuanto Harry se fue me levanté de aquel sofá y fui hacia la barra.

—¿Sabes que beber tanto es muy malo para el hígado?

—¿Hígado? Yo no tengo hígado.

Reí sentándome a su lado.

—Por mucho que bebas el dolor no se irá ¿lo sabes verdad?

—Deja de doler mientras estoy borracha.

—¿Estás segura? Dime en qué estás pensando o en qué piensas cuando estás borracha.

—En él.

—Entonces no deja de doler, sigue doliendo igual, pero el alcohol te nubla la mente, cuando se te pasa el efecto el dolor vuelve a ti con mucha más fuerza.

Ella dejó el chupito en la barra y me miró.

—¿Cómo lo hiciste tú?

—Ya te dije, nunca dejará de doler —tragué saliva fuerte —bebiendo o sin beber dolerá igual, pero si dejas de beber al menos tu hígado te dará las gracias.

Rió mirándome.

—¿Cuánto hace que ella se fue?

—Seis años —respondí sin mirarla.

—Prefiero la muerte a vivir con este dolor —susurró en un sollozo.

Asentí. Acaricié su nuca. Me miró y ambos sonreímos.

—Me quiero evadir de todo esto.

—¿Y crees que el alcohol es la mejor forma?

—Es la única que encuentro.

—Hay muchas más cosas que puedes hacer —sonreí y humedecí mis labios —. ¿Qué te gusta hacer?

—Llorar.

La miré y ambos reímos.

—Me gusta mucho bailar.

—Están en un bar con música.

Abrí los brazos señalando a todo mi alrededor.

—Baila, vamos a bailar.

Ella sonrió y negó.

—No tengo ganas —habló con la voz rota.

Apoyé mis brazos en la barra y la miré.

—¿No tienes apoyo de tus padres? ¿Hermanos o amigos?

Ella rió sin gracia y negó.

—No conocí a mis padres. Conocí a mi novio en el orfanato.

Apreté la mandíbula.

—Lo siento, no debí preguntar nada de eso.

Ella tocó mi mano derecha haciendo que yo la apartara rápido. Ella me miró con miedo.

—Pe-perdón —tartamudeó.

Sonreí mirándola.

—No te preocupes —respondí simple —. ¿Quieres que te lleve a casa?

Eternos. +18 #3 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora