21. El Dado.

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Estuvimos varias horas en aquel lago. Arlet me preguntaba cosas sobre el tiempo que no nos conocimos. Cuando dieron más de las doce de la noche nos fuimos hacia casa, mañana tendríamos un día bastante movido, pues Arlet tendría que hacer papeles para cambiar el médico de New Orleans a Colombia.

En cuanto pillamos la cama ambos nos quedamos dormidos. Desperté por la voz de Arlet, entre abrí los ojos y la vi hablar por teléfono, me quedé tumbado en la cama con las manos por detrás de mí cabeza y escuchando la conversación.

—Vale —respondió ella —si, perfecto, yo iré ahora al hospital.

Fruncí el ceño y me senté en la cama. Ella colgó la llamada y me miró.

—Tenemos que ir al hospital —comentó sentándose en la cama y dándome un beso —allí me volverán a mirar y me darán cita para la matrona.

—¿Volveremos a ver al bebé? —Pregunté feliz.

—Seguramente —respondió con una sonrisa.

Me terminé por levantar de la cama e ir a prepararme. Después de unos cortos minutos Arlet y yo salimos de casa.

—Estoy nerviosa —susurró mirándome.

—Lo sé, yo también —comenté con una sonrisa.

Conduje hasta el hospital. Hacía tantísimo tiempo que no veía las calles de Medellín que parecía que estaba aquí por primera vez.

Ambos íbamos en silencio por los nervios. A pesar de que ya habíamos visto al bebé una vez aún seguía produciéndonos nervios.
Llegamos al hospital, a la recepcionista le explicamos las cosas, le tuvimos que dar datos y nos mandó esperar.

—¿Arlet Moon?

Arlet y yo nos levantamos al escuchar la voz de la mujer. Nos mandó pasar a consulta.

—Explicarme un poco vuestra situación.

Volvimos a explicarle a la mujer lo mismo que le explicamos a la recepcionista. La ginecóloga hizo unos papeles para las próximas citas con los médicos y ginecólogos.

—Pase a la camilla —ordenó amablemente con una sonrisa.

Arlet se tumbó en la cama haciendo lo mismo que la primera vez. La mujer le echó el gel en el abdomen bajo y comenzó a mirarla.

—Mirar —nos enseñó la pantalla —esa es su manita.

Arlet y yo nos miramos con lágrimas en los ojos.

—Tan pequeñita —susurré sin desviar la mirada de la pantalla.

—Escuchemos su corazón.

Miré mi mano agarrada a la de Arlet y sonreí. La mujer puso el latido del corazón y en ese momento ya no pude retener más las lágrimas. Arlet apretó mi mano y yo sonreí aún más.

—Todo está perfecto —comentó la ginecóloga haciéndonos sonreír.

Cuando volvimos al escritorio la mujer nos explicó lo que tendríamos que hacer de ahora en adelante, nos dio fecha para la próxima ecografía.

Arlet y yo salimos del hospital contentos y felices, por fin nos estaba saliendo algo bien y ahora ya no correríamos peligro por ninguno de esos locos.

Llegamos a casa y nos sentamos en el sofá.

—¿Viste su manita? —Preguntó feliz acariciándose el abdomen.

—La vi, mi amor.

Nos miramos con una sonrisa. Me acerqué a ella y besé sus labios.

—Ayer cuando estábamos limpiando la habitación y colocando las maletas encontré algo en la tuya.

Eternos. +18 #3 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora