Epílogo.

1.5K 86 52
                                    

Han pasado dos años desde que Jano y yo nos casamos. Vivimos en Colombia, al lado de nosotros vive esa pareja que siempre nos ha acompañado en todo momento, y si, hablo de Harry y Charlet.

Ellos siguen igual, nada a cambiado, han pasado dos años pero parece que tan solo han pasado algunos meses. Jano y yo seguimos viviendo como al principio, entre juegos y bromas, creo que nuestra vida siempre se va a resumir en eso.

Juegos sexuales.

Bromas y más bromas.

Y claro, el amor, ese que en ningún momento se ha apagado ni un poquito, ese que siempre prevalecerá entre nosotros. Ese amor que a mí me hace sentir más viva que nunca. Cada vez que sus labios me tocan, cada vez que sus dedos rozan mi piel en una acaricia, esos pequeños detalles que Jano siempre hace y para mí valen más que todo el oro del mundo.

Muchas veces recordamos aquellos tiempos en los que él y yo tan solo éramos mejores amigos, en los que él para intentar ponerme celosa o al menos descubrir si sentía algo por él me contaba todo lo que había hecho con una mujer en la cama.

Claro que eso es como un trago amargo, pues tan solo recordar esos momentos en los que Jano se iba a estar con otra mujer y yo me quedaba allí en casa, sola, me hacía sentir celos. No lo culpo por haber hecho eso, no tengo derecho a ponerme mal, pues su pasado de soltero es su pasado, él no sabía que yo estaba enamorada de él, ni siquiera le daba indicios de ello, así que no, no lo culpo aunque sienta celos por ello.

—Mi amor, ¿en qué piensas?

Escuché la voz de Jano por detrás de mí. Estaba doblando la ropa del pequeño, mientras que todos esos pensamientos llenaban mi cabeza.

—En lo que hablamos ayer —susurré —cuando éramos mejores amigos.

Jano dejó un beso en mi cuello apretando mi cintura con sus manos.

—¿Nos separamos y volvemos a ser solo amigos?

Me giré mirándolo mal.

—Podíamos jugar a eso —susurré —mejores amigos por un día.

—¿Eso quiere decir que nada de besos y nada de follar, verdad?

—Exacto.

—Entonces olvídalo —besó mis labios —siento que muero cada vez que paso un rato grande sin besarte, no puedo hacerlo por un día.

Sonreí acariciando su mejilla.

—Ya no eres ese Jano que se atrevía a todo.

—¿Qué me estás diciendo? —Susurró acercando sus labios a los míos.

—Que el Jano de hace unos años hubiera aceptado.

—Mentira, monja, jamás hubiera aceptado no tenerte entre mis brazos besándote.

—Lo sé —reí.

Comencé a doblar la ropa de nuevo.

—Por cierto —hablé —dile a tu hermana que el niño es mi hijo no suyo, lo tiene más ella que yo.

Jano rió tirándose en la cama por donde no había topa.

—Se lo he dicho, créeme, pero dice que quiere que de mayor el niño la tenga como su mejor amiga, para que le cuente sus mal de amores y confíe en ella.

Reí mirándolo. Charlet era increíble, era una amiga increíble, una cuñada increíble y una tía increíble. Se notaba que Jano y ella eran hermanos, porque eran unas personas increíbles.

—Para eso tiene a su madre —hablé.

—Créeme mi amor que él lo sabrá, eres una madre de puta madre.

Eternos. +18 #3 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora