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Jungeun admiró las cajas en medio de la sala, estaba completamente realizada ya que había conseguido un empleo para por fin irse de casa de su padre sin tener que pedirle nada.
Sonrió admirando el departamento que sería su nuevo hogar, era bastante amplio para una persona, sabía qué estaría muy cómoda.
—Jung, Kahei fué hasta el camión a revisar que no quedara nada— avisó HyunJin, su mejor amiga.
—Está bien Hyunnie, me encargaré sola desde ahora, Kahei ya armó los muebles no quiero ser una molestia— dijo la omega empezando a desempacar.
—No eres una molestia, a Kahei y a mí nos encanta ayudarte— la omega castaña también tomó una de las cajas para ayudar.
—Lo se, pero me siento mal cuando me ayudan tanto sin darles nada a cambio— dijo haciendo una mueca —¡Oh, ya se! Les invitaré la cena el fin de semana, así estrenamos el apartamento.
—Me parece una buena idea— HyunJin le sonrió.
—Ya no hay más cajas— dijo Kahei entrando —El camión ya se fué, oficialmente te has mudado.
Jungeun sonrió ampliamente, le gustaba que su vida por fin cambiaba un poco.
Las tres empezaron a sacar las cosas de la caja y el silencio formado se vió interrumpido por el llanto de un bebé.
—Parece que tus vecinos tienen un bebé— dijo HyunJin —espero puedas dormir.
—Estoy acostumbrada —menciona Jungeun y era verdad, sus hermanas mayores eran todas omegas y ya eran madres, Jungeun aún recuerda cuando una de ellas se quedó en casa de sus padres y su sobrino lloraba todas las noches. Tuvo que acostumbrarse y al final aprendió a dormir con el ruido o eso creía.
—HyunJin dice que no quiere hijos porque odia el ruido —dijo Kahei— Yo no puedo esperar a que tenga a nuestro cachorro en su vientre.
HyunJin se sonrojó.
—No voy a ceder Wong Kahei.
La omega mayor rió ante la pelea de la pareja y se preguntó cuando llegaría la alfa indicada para ella.
No era muy codiciosa, solo quería a alguien que quisiera tener una familia junto a ella y que la ame. Pero hasta ahora todas las alfas con las que había salido eran muy tontas y no pensaban en esas cosas, quizás demasiado inmaduras.
A sus veinticinco años –y a pesar de no tener tanta edad– Jungeun no quería ir de fiesta cada fin de semana, solo quería mantener su empleo estable y pensar en su futuro.
Quizás pronto encontraría su camino.
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