Capítulo 27. Yo te juro que te adoro, pero...

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Esa noche Raúl no durmió en casa. Se despertó solo en la cama, tocando el lado izquierdo sin encontrar a nadie. Abrió los ojos despacio, evitando que la luz del sol le molestara. Bostezó y estiró los brazos. Olió el aroma de las sábanas del sitio vacío, aspirando con fuerza. Sonrió. En el baño, se puso una camiseta que encontró por la habitación. Le quedaba un poco grande, pero no le importó. Fue hacia la cocina donde Sergio preparaba el desayuno. Se acercó a él por la espalda, abrazándole por la cintura mientras besaba su nuca.

—Buenos días, amor— saludó, echando café en una taza.

— ¿Amor?— rió—. Me has recordado a Klaus Mikaelson.

— ¿A quién?— preguntó confuso.

—Nada, es de una serie— siguió besándole la nuca, restregándose contra su espalda.

El modelo solo tenía los pantalones puestos, iba al contrario de él. Untaba una tostada con Nocilla cuando notó la erección de Raúl sobre sus nalgas. Soltó un gemido.

—Ahora no, estoy preparando esto— protestó, pero al fotógrafo no pareció importarle.

—Veo cosas muy ricas en esta cocina— sus cálidos labios le succionaban el lóbulo de la oreja. Sergio sentía que perdía el control.

Un ardiente calor incendió su cuerpo al notar las manos del chico acariciando por encima de sus pantalones.

— ¡Para!— le dio un empujón para separarle de él. Raúl le miró perplejo y algo molesto—. Joder, no puedo resistirme a ti.

Se giró hasta que quedaron cara a cara. Agarró su cuello con fuerza para besarle. El moreno creía que se quedaba sin aire. Colocó las manos en su espalda, clavando los dedos en la piel. Sergio le besaba de forma tan intensa que empezaba a marearse porque le costaba respirar. Aún así, no quería parar nunca.

—Necesitas que te ayu... Uy— Helen se tapó la boca con las manos, ojiplática.

Los dos se separaron tan rápido como pudieron. Ella se rio cuando les vio sonrojarse por la vergüenza. Raúl le saludó con la mano antes de huir hacia el salón mientras el otro chico continuó preparando el desayuno.

—Si no vas a decir nada productivo, mejor no hables— espetó Sergio, aún aturdido por la situación.

—No sabía que estaba aquí. Por cierto, es la escena más sexy que he visto en mi vida. Con tanto amor y pasión, se nota que le tienes ganas ¿no tuviste suficiente anoche?— alzó las cejas esperando a que su hermano le diera detalles.

El modelo se colocó frente a ella con los brazos cruzados. La miró resignado.

—Todavía no hemos hecho nada... — se pasó las manos por el pelo antes de suspirar.

Helen abrió mucho los ojos. Tenían el mismo color que el cielo esa mañana. Parecía más pequeña con el chándal blanco que llevaba puesto, como si fuese una nube.

—Oh. Claro, porque quieres que sea un momento especial y bonito, lo entiendo. Pero hablando con Javi salió el tema, al parecer a él le va mucho la marcha... Quiero decir, puede que te mande a paseo si le haces esperar demasiado— comentó en voz baja para que Raúl no la escuchara.

—Pensaré algo. Ahora coge tu desayuno, gorrona— protestó con una sonrisa. Helen le sacó la lengua.


El fotógrafo daba vueltas por el salón algo molesto. Volvían a interrumpirles por no sé cuánta vez y ya se estaba cansando de que siempre fuera igual. No paraba de pensar en lo mismo, ¿por qué todavía no iban más allá? Puede que Sergio ocultara algo, ni siquiera había sido capaz de decirle <<te quiero>>. Intentó no pensar en eso porque se conocía lo suficiente como para saber que pasaría horas con aquello en la cabeza. Esperaría a que él estuviera preparado, aunque ya empezaba a desesperarse. Se sentía muy necesitado, demasiado tiempo sin sexo. Dejó de pensar en ello cuando vio a Helen aparecer con una bandeja llena de tostadas con Nocilla, un café, dos zumos de naranja, un Cola Cao y donuts fondant. Miró a Sergio con ternura cuando también llegó. Siempre se acordaba de cuál era su dulce favorito.

Abrázame como si nadie nos vieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora