Raúl tenía una mezcla de sentimientos difícil de controlar. Estaba feliz y al mismo tiempo, muerto de miedo. Fue a dar un paseo después de hablar con Santana para despejarse un poco la mente. Sin duda alguna, le había tocado una desgraciada fortuna. Por mucho que pensara en cómo contar la noticia, no acertaba en encontrar la forma adecuada. Resopló antes de llamar al timbre. Sergio abrió con una enorme sonrisa y le abrazó. Era como los perritos, siempre contento cuando llegaba. Tenía el pelo mojado, olía a champú de menta. Raúl inspiró para memorizarlo, apretando con fuerza la espalda del chico. Necesitaba sentirle cerca tanto como respirar. Se dirigieron al sofá, donde se sentaron. El fotógrafo estaba tenso, Sergio se dio cuenta y le agarró las manos.
—Debo contarte algo— la voz del moreno temblaba.
— ¿Qué ocurre? Te noto tenso— parecía preocupado. Le dio un beso en el dorso de la mano.
Raúl le miró un instante, perdiéndose en sus ojos marrones que le miraban con amor.
—He recibido una oferta de trabajo de The Blonde Salad, la empresa de Chiara Ferragni. Quieren que me una a su equipo, trabajaría también con Fedez en la gira— tragó saliva, se le secaba la garganta—. Tendría que ir a Milán...
—Pero eso es maravilloso. Estás los meses que sean para aprender y luego puedes aportar ideas en la agencia— hubo un destello de luz en sus ojos.
El corazón del moreno se encogió.
—Verás... Mi contrato sería durante los próximos cinco años y me iría pasado mañana. He aceptado— concluyó.
Sergio se quedó pálido. Quería decir algo, pero las palabras se le atragantaban. No podía estar sucediendo eso ahora que por fin conseguía ser feliz. Raúl bajó la mirada, triste.
—Necesito tomar el aire— el modelo se levantó, agobiado— Vuelvo en un rato, espérame aquí. Yo...
El fotógrafo asintió con la cabeza, en silencio.
Salió al exterior. No hacía tanto frío como tiempo atrás, sin embargo, aún refrescaba y la chaqueta era imprescindible. Cerró los ojos, sintiendo la brisa en la cara. El barrio no estaba muy transitado, solo se cruzó con una pareja de ancianos paseando al perro. Esa imagen le hizo romperse en pedazos. Era lo único que él pedía, envejecer feliz junto a su amor, demostrar al mundo que lo habían conseguido. Caminó sin rumbo durante una hora, con los pensamientos atropellándose en su cabeza. Regresó a la casa. Si algo sacó en claro es que quería aprovechar el poco tiempo que le quedaba junto a su chico.
Raúl seguía en el mismo sitio, abatido. Sergio se sentó de nuevo y volvió a agarrarle las manos.
—Estoy orgulloso de que hayas conseguido algo tan grande, lo digo de verdad. Mereces todo lo bueno de este mundo—puso media sonrisa, gesto que al fotógrafo se le clavó como un puñal porque sabía lo doloroso que estaba siendo para él— Lo he pensado y podríamos mantener una relación a distancia. Iré a verte todas las semanas.
Raúl se mordió el labio con fuerza para no echarse a llorar. Saber cómo se aferraba a la relación le desgarraba el alma. Soltó sus manos.
—Sería como tenerte y verte marchar demasiadas veces, no podría soportarlo— se pasó las manos por el pelo, desesperado—. Es mucho tiempo, conseguirás encontrar a alguien a quien querer tanto como a mí y que se quede a tu lado. Date esa oportunidad, lo nuestro se ha acabado.
Sergio vio cómo todo a su alrededor se desvanecía. Empezó a dolerle tanto el pecho que le costaba respirar. La cabeza le daba vueltas. Agradeció estar sentado porque dejó de sentir las extremidades de su cuerpo, como si ahora fuese un fantasma.
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Abrázame como si nadie nos viera
RomanceRaúl es fotógrafo, tiene un pasado difícil que aún le atormenta. Sergio es un famoso modelo al que rompieron el corazón y se niega a volver a enamorarse. Ambos comienzan a trabajar juntos y no se soportan. La química que tienen es innegable, todos...