Capítulo 8. La temperatura solo sube y sube

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En cuanto vio a su amigo, le abrazó como si llevase años sin estar con él. El chico se lo devolvió, apretando fuerte. No necesitaba decir nada, era consciente de que el librero sabía por todo lo que había pasado y a veces la vida se le hacía cuesta arriba.

Alguien entró, escucharon unos tacones acercarse hacia ellos. A Javi se le iluminó la cara al verla.

—Raúl, te presento a Helen, mi compradora VIP— ambos se dieron dos besos—. Y este es el mejor fotógrafo del mundo.

—Espera, ¿tú trabajas en la agencia de modelos con Santana?— había una nota curiosa en su voz.

—El mismo— sonrió.

La chica se echó las manos a la cara.

— ¡No puede ser, por fin te conozco! Soy la hermana de Sergio.

Al oír aquello, Raúl se quedó de piedra. Lo último que quería era volver a escuchar ese nombre o hablar de él. No solo tenía delante a una familiar suya, sino que era su hermana.

Javi y Helen dedicaron lo que quedaba de tarde a hablar de libros, como hacían siempre. El fotógrafo solo observaba en silencio; era bonito contemplar a dos almas unidas por una pasión conversar sobre ello con tanta ilusión. La forma en que se miraban o sonreían cuando el otro averiguaba de donde provenía aquello que estaba diciendo creaba un momento mágico. Raúl tenía ganas de irse, no porque estuviera incómodo ni nada por el estilo. Simplemente, pensaba que ese instante era para ellos y su presencia lo estropeaba. Quizá si él no estuviera, todo sería diferente.

La conversación sobre otro de los libros derivó a una acerca de la vida. Después de varias conclusiones, el librero preguntó a la chica a qué tenía miedo ella. No hablaban del miedo a las arañas o la oscuridad, esto era algo más profundo y personal.

—Lo que realmente me asusta es que mi hermano sufra. Lo sé, puede que sea una tontería pero lo ha pasado muy mal. No quiero que vuelva a sentirse así— su rostro se volvió sombrío.

—Te entendemos. Nadie quiere que ningún ser querido sufra— dijo por fin Raúl, con una nota de voz tan distante como un eco.

Helen desvió la mirada hacia él. Le brillaban los ojos, como si un mal recuerdo hubiese hecho acto de presencia en su cabeza y estuviera aguantando las ganas de llorar.

—Es algo más que eso. Mi hermano siempre ha estado para todos cuando le han necesitado. Nuestros padres se separaron hace tiempo, las cosas iban bien pero de repente se estropeó. Ambos lo pasamos muy mal, sobre todo yo, me afectó bastante. Gracias a él, conseguí salir adelante. Fue mi mayor apoyo, me hizo entender que aunque la familia se hubiese roto, él seguiría a mi lado— mostró una pequeña sonrisa.

Se hizo un breve silencio. Javi estaba sentado con las piernas recogidas bajo el cuerpo, mirando fijamente a la chica mientras contaba la historia. Sintió la necesidad de abrazarla al ver una chispa en sus ojos azules, aunque no se movió.

—Él es una buena persona. No solo se le partió el alma en esa ocasión, hace aproximadamente un año y medio...— Helen se calló de golpe. Había algo que no podía contar porque era la vida privada de Sergio y era algo personal, por lo que debía ser él quien decidiera decirlo o no.

Raúl se quedó pensando por un momento. Se estaba perdiendo cosas, puede que aquel secreto fuese el motivo para que tuviese ese comportamiento. Le daban ganas de decirle a su hermana cómo había sido con él, pero las cosas de la agencia se quedaban en la agencia. A lo mejor dentro de ese corazón que tanto le odiaba, se encontraba un alma bondadosa que estaba asustada. Recordó que Rocksy comentó en una ocasión las veces que Sergio le preguntó cómo estaba la semana siguiente de saber sobre la ruptura con su novio. Aquel chico era un auténtico enigma para él.

Abrázame como si nadie nos vieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora