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HACE DOS AÑOS

Extiendo el brazo para llamar al taxi que está a unos pocos metros y corro como puedo hacia él ya que con los tacones se me dificulta un poco. Apenas me subo le doy la dirección de mi edificio y me acomodo en el asiento antes de ver la hora en mi celular, pero me paralizo al ver las diecisiete llamadas perdidas de Harkin.

Mierda. Ya puedo crear la escena en mi mente sobre lo que va a hacer apenas llegue y me aterra imaginar lo que me hará esta vez. Ruego por que el conductor dé varias vueltas más, pero al parecer ya estoy en mi manzana. Bajo del auto luego de pagar y subo a mi piso mientras rezo porque esté dormido.

Vivo con él desde hace no mucho tiempo, unas pocas semanas, pero suficiente para que sean una eternidad supongo. El edificio está bastante deteriorado, de hecho nos llegó a cada uno de los vecinos una carta de que en poco tiempo lo van a demoler por inclumplir normas básicas de su estructura. Algunas escaleras están agrietadas, consecuencia del día de la tormenta provocando que muchas personas se refugieran justo en el edificio menos indicado para hacerlo. Los granizos eran tan grandes que llevó a que todo ciudadano haga lo imposible para salvarse.

Al llegar a mi piso, saco las llaves de mi cartera. Solo falta darle una vuelta más al cerrojo, pero Harkin se adelanta y abre a la fuerza haciendo que casi me arrastre con la puerta. Ni termino de pisar el departamento y ya tengo otra de sus fuertes bofetadas en mi mejilla derecha. El fuerte ardor no tarda en llegar y mis ojos ya empiezan a cristalizarse.

—¿Dónde estabas? —murmura y me quedo mirando el suelo mientras paso mi mano por la zona afectada —¡Mírame! —esta vez grita haciedo que de un respingo. Con mis mejillas ya cubiertas de lágrimas lo miro con miedo a que se acerque de nuevo, pero me doy cuenta de que el miedo es mucho peor cuando lo veo sacarse el cinto.

—No, espera —le suplico en un susurro. Mis heridas aún no sanaron de la vez anterior —. Lo siento, lo siento, Har, en ser- —grito ante el cuero golpeando fuertemente mi brazo derecho.

—No puedo creer que me pidas perdón después de andar por ahí como una puta —habla enojado, sus ojos ya están rojos.

—Solo quería divertirme, lo juro —sollozo mientras trato de alejarme de él, pero este me agarra del brazo impidiendo mi escape —. No estuve con nadie, Harkin. Tienes que creerme. —Sólo bailé con un grupo de chicas que conocí apenas llegué. Pero como es costumbre, nunca me escucha y recibo otro cintazo en mis costillas, tirándome inmediatamente al suelo y no dejo de llorar cuando los golpes siguen.

Dos. Cinco. Siete. Perdí la cuenta de los golpes cuando ya no siento más dolor, solo quiero que esto termine. Harkin se detiene y se arrodilla para agarrar un punaño de mi cabello haciendo que lo mire y al instante siento una punzada en mi cabeza.

Está rojo y la vena de su cuello resalta demostrando que verdaderamente está muy enojado. No debí salir, su enojo es por mi culpa y no pensé ni un segundo en él. La verdad es que siempre es mi culpa y nunca pienso en lo que hago.

—Tu celular —demanda con la cabeza provocando otro nudo en mi garganta, niego con la cabeza y me quejo cuando tira de mi mechón más fuerte —. Dame el puto celular —murmura con odio. No se lo doy, mete la mano en uno de los bolsillos de mi vestido y lo saca mientras suelta mi cabello con brusquedad haciendo que vuelva al suelo.

Lo veo perderse en la cocina y se lo que va a pasar después de que descubra que yo desactive mi GPS. Aprovecho para levantarme e intentar correr hacia nuestra habitación, cerrando la puerta con pestillo.

Me siento en el suelo con la espalda en la puerta, tratando que mi peso evite su entrada y agarro con fuerza mi abdomen, queriendo cesar el dolor mientras dejo que mis lágrimas se deslicen por mis mejillas.

La niña del Área 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora