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HARKIN


Harto, corto la llamada. No puedo creer que me esté haciendo esto, ella es mía y siempre lo será. Puedo aguantar sus berrinches y darle el "espacio" que ella pidió, pero cuando la vi subiendo al auto de ese hombre esa noche fue la verdadera gota.

Piensa que va a olvidarme fácilmente y está muy equivocada. Una pareja que se aman mutuamente no pueden olvidarse como si nada, especialmente cuando la química es muy fuerte. No puede desaparecer por meses como un puto fantasma, no voy a permitir que lo haga. Me necesita. No es nada sin mí.

Pude haber cometido algunos errores, pero eso es lo que todo ser humano hace. Cometer errores. Eso no es excusa para alejarse de mí repentinamente y si ella aún no entiende mi manera de amarla, no sé qué otra cosa hacer.
Reviso la aplicación que me indica su ubicación y confirmo que no está a tantas manzanas, seguramente planea entrar por la parte trasera del edificio así me camino hasta allí.

Intento meter el celular en el bolsillo, pero de la rabia se me cae al suelo. Me agacho para levantarlo, pero el ruido de unas llantas estacionando de repente me distrae. Una camioneta negra se estaciona a mi izquierda a la vez que varios hombres con cara cubierta con un pañuelo salen de esta y uno de ellos me pone una bolsa de tela negra en la cabeza luego de ponerme cinta en la boca.

Atónito a lo que está sucediendo y sin nada que decir, ya dentro del vehículo logro ver aún con la bolsa puesta la sombra de un hombre delante de mí así que decido darle una patada en lo que creo que fue en el pecho. El hombre se queja y grita algo que no entiendo, pero lo que igualmente pareció una orden.

No paro de dar patadas, en cambio recibo jalones en mi cabello y varios golpes en las costillas, pero no me detengo. De pronto, un click resuena junto a un frío fierro apuntando mi sien, haciendo que me detenga de inmediato.

Bouge un autre putain de muscle et on te fera manger tes propres organes. —escucho a mi izquierda creo que amenazándome ya que no le entiendo una mierda. Cuando me saca el arma aprovecho para darle otra patada al mismo de antes y darle un codazo al que está a mi otro lado, pero el disparo resonando cerca de mi oído me deja en un estado casi mareado. Suelto un grito ahogado e inteneto tapar mis orejas, en un intento de que el pitido deje de sonar, pero es imposible. El dolor es insoportable.

Pero la sensación dura poco cuando siento un fuerte golpe en el cuello, dejándome ésta vez completamente inconsciente.

El último puño chocando contra mi mejilla izquierda hace que despierte del dolor y como puedo abro los ojos, pero me es difícil cuando los siento algo hinchados, de hecho, hay partes de mi rostro que ni siento. De a poco voy sintiendo dolor en las costillas.

Mantengo mi cabeza gacha viendo solamente varias gotas de sangre sobre mi camisa, intento recuperar aliento, pero otro puñetazo llega a mi rostro haciendo que mire a mi derecha. Dudo que mis dientes sigan en su lugar.

¿Dónde mierda estoy?

Pasan varios minutos en los que por fin puedo levantar la cabeza para ver a los malnacidos. Son varios hombres, todos vestidos con un pantalón ancho y remera casi ajustada que hacen resaltar sus músculos. Incluso los de, al parecer, una mujer que está en una esquina y, a diferencia de los demás, ella lleva una remera más ajustada. Sigo observando a los demaś y me doy cuenta de que son diferentes de los que me subieron a la camioneta.

Los anteriores llevaban solo una especie de pañuelo rojo que cubrían la mitad de sus rostros. Los que tengo en frente llevan una máscara. Miro a mi alrededor, estoy en una habitación totalmente blanca y en el medio de ella atado a una silla metálica, con mis brazos apoyados a mi costado y atados con cuerdas.

La niña del Área 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora