MARLENIE
Agradecí mentalmente al sentir que las vibraciones cesaron de a poco así que voy por un trago, pero recibo una llamada del causante de mi dolor vaginal.
Obviamente todo tiene que cagarse cuando empieza a discutir conmigo al negar querer irme a mi casa ya que el idiota de Teo se metió en una pelea con otro chico al intentar tocar a Lior así que, decidimos irnos, y para colmo nadie tiene cómo volver.
Y es que aún no quiero irme, por primera vez en mi vida estoy siendo un poco más social.
Cuando Dion viene por mí, duramente me despido del grupo de chicas con las que estaba bailando no sin antes escuchar los comentarios de lo bueno que está el pelinegro. Dándome una autopalmada en el hombro al ver que están en lo cierto y lo mejor es que es todo mío.
Y cómo pretendo no escucharlas si el condenado está sin camisa. Su abdomen ya no está pintado, supongo que debe haberse bañado porque al tocar... "inconscientemente" sus cuadrados los siento húmedos.
Igualmente podría confirmarlo solo viendo su cabello mojado... Ups.
Deciden caminar hacia una estación de tren que queda a unos kilómetros del... castillo que, por cierto, son detalles que aumentan poco a poco mi malhumor.
—Me duelen los pies. —me quejo por décima vez y detengo mi camino yendo hacia una gran roca para acostarme, dejando mi bolsita con la caja dentro en un costado.
—No puedo creer que le hayas mordido el brazo al pobre chico —discute Lior con Teo a lo lejos —, sólo quería bailar conmigo.
—Sí, claro. —Ruedo los ojos, por culpa de esos dos es que no puedo seguir disfrutando de mi entretenida noche. Ya no sé qué pasa entre esos dos. Sé que ambos están enamorados, pero todavía no "definieron" nada durante las semanas anteriores. A veces me gustaría agarrar sus cabezas y unirlos para que se besen de una vez, como si fueran dos muñecos.
Me quedo por unos minutos en la roca tratando de recomponerme y miro hacia la luna que es tal cual una uña. Siento algo vibrando en mi intimidad... No otra vez.
Me quejo cruzándome de piernas, mientras trato de pensar en otra cosa.
—Hey —levanto mi cabeza para ver a Dion aún con el pequeño moretón en su mejilla y al instante me invade un pequeño sentimiento de culpa —. Levanta el culo, no falta mucho.
—Un minuto más —reprocho mientras me siento, el pelinegro se acerca hasta quedar frente a mí para luego darme la espalda y agacharse.
—Sube —ordena y obviamente no voy a desaprovechar el momento, así que lo hago. Rodeo con mis brazos su cuello y agarra mis piernas alzándome y provocando que mi vestido suba a mí cintura. Seguimos nuestro camino y con los demás a varios metros de nosotros.
Cansada, apoyo mi cabeza en su hombro con mi nariz apuntando a cuello y su hipnotizante aroma provoca que suspire algo fuerte.
—No hagas eso. —advierte mientras sacude su cabeza y suelto una risita.
—¿Qué cosa? —soplo en la misma zona —¿Esto? —Puedo sentir como se tensa al contacto.
—No juegues con fu- —intenta advertirme, pero lo corto al pasar lentamente mi lengua hasta llegar a su lóbulo y morder este, provocando que deje de caminar por unos segundos para luego seguir.
—Hueles bien. —lo sigo molestando y al ver que todos se van alejando un poco más, me inclino pasando un brazo por debajo del suyo para llegar al borde de su pantalón y meter mi mano.
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La niña del Área 5
Ciencia FicciónEl día de la tormenta es una fecha importante para Norte América, miles de fallecidos se anunciaron días después de lo ocurrido. Niños, mujeres y hombres muertos por esa gran catástrofe que se desató tan de repente y que también creó miles de conspi...