Había una vez... 2 (Diakko♥)

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DOS CABEZAS SON MEJOR QUE UNA

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Narradora Pov

—Mi pequeña, dulce y amada hija... —llamó con sutileza—. ¿Dónde estás...?

—Mucha luz... —murmuró con molestia—. Cierra, cierra —dijo refiriéndose a la puerta y a las ventanas.

Akko levantó una ceja ante su respuesta e ingresó y avanzó con rapidez a donde se encontraba la pequeña princesa descansando tranquilamente, para después atacarla con besos y abrazos provocando que Alice se levantara de forma molesta.

—¡No! ¡Suéltame!

La reina obedeció, pero no se apartó lo suficiente. Una enojada princesa la miraba abajo de ella con su cabello alborotado. Verla le recordaba a Diana cuando despertaba.

—Vas tarde a tus clases, mi pequeña.

—No quiero ir.

—Y no irás por el día de hoy.

Alice se sorprendió, pero no se confió del todo.

—¿Qué haré?

—Recibirás a nuestras invitadas mientras estaré con tu madre en una reunión importante con los consejeros.

—¿Puedo hacer magia?

—Sí, pero con la supervisión del hada. Diana ha pedido que te entrene.

La princesa sonrió emocionada y de un salto se sentó en la cama ocasionando que Akko se apartara de repente.

—¿Me acompañarás a comer?

—No. Lo siento, mi niña. Me encontraré ocupada con tu madre en este día.

Alice hizo una mueca de disgusto, sin embargo, dos toques en la puerta causaron que éste desapareciera casi al instante cuando miró quien era. La niña extendió sus brazos en dirección a la persona que había entrado a su habitación.

—Buenos días, mi princesa —dijo estando cerca de la mencionada.

La niña tomó su rostro y juntó sus frentes con una sonrisa de felicidad. Diana la observó por unos cortos segundos, y luego cerró sus ojos disfrutando de la cercanía. «Mi princesa...», pensó complacida. «Mamá...»

Diana se separó y le quitó con delicadeza un mechón que caía en su rostro.

—¿Lista para comenzar tu día?

Alice negó, y Akko y Diana rieron sutilmente. El rey miró a su reina provocando que un ligero rubor apareciera en sus mejillas de lo hermosa que se veía en ese día.

—Eres encantadora —soltó.

Akko le sonrió y negó con su cabeza.

—Somos encantadoras —le corrigió refiriéndose a Alice y a ella.

—Ante mis ojos son las mujeres más hermosas que existen —comentó atrayéndola a las dos.

—¿El hada me entrenará?

—Sí, mi princesa. Y en dos días practicaremos lo que aprenderás hoy.

—¿Los consejeros se encuentran?

—Sí, mi reina. Están esperándonos en este momento.

Akko asintió y giró a ver a Alice.

—Debemos irnos, pero estaremos contigo pronto.