La oscuridad se disipa.
Aparece la bruma de cada noche,
la que no deja ver a tres pasos de distancia.
Y de repente apareces de la nada.
Sonríes, no sé si por mí, pero lo haces.
Te acercas, me acercas con tu olor;
me seduces, una vez más, a la trampa de tu calor.
Y entonces te recuerdo,
el tacto de tus dedos entrelazándose con los míos,
ese negro azabache que no deja indiferente a nadie,
ese aleteo de pestañas que consigue erizar cada nervio de mi cuerpo,
la espesura de tu labio inferior
y su peculiar forma de balancearse hacia mí.
Alzo la mirada,
estamos separados por el grosor de un folio.
Hablas, y cuando pienso que vas a echarlo todo a perder
me entran ganas de rogarle al mundo que se detenga
y convertirme en la avalancha más feroz
caída sobre la faz de tu boca.
Quiero que me quieras
y que no me quites para quitarme todos miedos;
abrazarte para que me abraces
y alejes a todos mis demonios.
Rózame para prender la chispa
que consiga calentar mi interior,
repárame para que mis engranajes consigan volver a sentir
aquello que pregonan desconocido y maravilloso,
lo que desconozco pero tanto ansío.
Y me meces en tus brazos,
me enseñas a tocar cada momento que compusiste,
olvidando cada nota, rasgueando de nuevo,
sin rumbo.
Y yo vuelvo a caer en las redes del destino,
en una jaula mortal en la que podría pasar el resto de mis días.
Y me debato a mí misma entre ser yo y dejar que seas tú,
me decido dejándolo todo en manos del azar.
Mi corazón golpea tan fuerte que conseguirá escapar,
echará a correr como alma que lleva el diablo;
lamerá sus heridas para volver y luchar,
será más fuerte que la furia de cien ejércitos,
más leal que un perro guardián.
Y entonces se decidirá a quién se debe coronar,
si a mí por resucitar de mis cenizas
o a ti por conquistar cada una de mis tierras.
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De trizas, corazón
PoetrySólo es poeta aquel que siente hacia sus adentros y plasma el corazón en cada folio en blanco. ***** #120 en Poesía 10/07/16