The time I spent alone with you

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Las manecillas avanzan y con ellas la vida sigue.

Pasan las horas
y el punto perdido en el techo de mi habitación sigue inmóvil;
ese que llevo días mirando.
Creo que se ríe de mí.
Me devuelve fijamente la mirada,
me observa desde lo alto como diciendo"ya te lo dije, esto pasaría en un momento u otro",
sólo le falta apuntarme con el dedo
y que su risa resuene en mis oídos
cada vez que me concedo pensar en la historia,
cada vez que pido una tregua al cielo
y permito que mi cerebro deje de distraerse
para rebobinar y retroceder al porqué de mi distracción.

Ya me he acostumbrado a que sus ojos sean un recuerdo y no una imagen,
he aceptado las condiciones del destino
y he perdido la partida por no saber jugar unas cartas de mierda.

He conocido el suelo de primera mano por no saber volar,
por vivir en las nubes o vete tú a saber por qué;
por caerme de boca contra el frío hormigón que recubre su cárcel
y no sobre su boca;
igualmente mi cárcel, para qué engañarnos.

Sigo presa, pero no cuerda.
La condena aumenta y no la rebajan por buen comportamiento.
Lo he probado todo, lo he intentado todo.
No he conseguido nada.

El tiempo pasa y la espera se hace eterna,
la balanza no se mueve;
la suerte lleva vacilándome desde que atravesé esa puta puerta
y desde que algún dios pagano en el que no creo
decidió que yo sería su próxima diana.

Y es que por creer,
ya no creo en nada.
Por la esperanza lo he perdido todo,
por el amor he muerto
y no he vivido por un beso,
no me han resucitado los únicos labios
que he rezado por que estuvieran sobre mi piel;
oh, no. No lo han hecho,
han olvidado mi nombre.

El tiempo corre,
y lo único que he ganado con esta maldita apuesta
ha sido una pala con la que cavar mi propia tumba.
De lo que he perdido no llevo la cuenta,
es imposible estimar el valor de un corazón roto,
una lágrima o lo que se tarda en vivir una vida.

De trizas, corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora