Entre la oscuridad y el chocolate

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Al día siguiente, un poco menos amargada que el día anterior, bajó a desayunar, sin poder evitar echar un vistazo hacia la mesa de los profesores. Allí estaba Snape, con aspecto cansado, asintiendo a lo que sea que Dumbledore le estuviese comentando. Sus miradas se cruzaron un momento y Jill apartó la suya de inmediato, con altivez. Fue a sentarse junto a Ron, que la saludó con voz apagada. Harry y Hermione también la saludaron, con más ánimo que Ron.

—¿Qué te ocurre? —preguntó Jill al pelirrojo, tomando una tostada de la bandeja del frente.

—Sigo siendo un desastre en el quidditch —masculló el chico —. ¿Dónde estabas anoche? Te buscamos.

—Me dormí —dijo Jill, rehuyendo la mirada de sus amigos y acercando un frasco de mermelada de grosellas —¿Qué tal todo en Hogsmeade? —añadió, comenzando a untar la mermelada en la tostada.

—Un asco —dijo Harry. Y le contó cómo Cho se había comportado como una loca en pleno Madame Puddifoot.

—Creo que te falta tacto, Harry —dijo Jill antes de darle un mordisco a su tostada.

—Eso dice Hermione —dijo el muchacho con un bufido.

—Bueno, porque es así —atajó la castaña —. Pero no te ha dicho lo importante —bajó la voz a un susurro casi inaudible, de modo que Jill se tuvo que inclinar casi sobre las piernas de Ron para escucharla —: hemos logrado que Rita Skeeter haga una exclusiva con Harry.

A Jill casi se le cae la tostada de la impresión.

—¿Cómo? —dijo, dejando caer migas de pan tostado sobre el regazo de Ron.

Hermione le explicó sobre las andadas de Rita como animaga no registrada y que bajo presión había accedido a hacerle un reportaje a Harry para el Quisquilloso, cubriendo toda la información referente al regreso de Lord Voldemort. Jill la escuchó, en silencio, olvidándose de la tostada por completo. De haber sabido que eso era lo que tramaba Hermione, habría ido a Hogsmeade en lugar de quedarse a amargarse la existencia con Snape. Aunque, ¿a quién quería engañar? Había disfrutado en demasía del encuentro, tanto que algo dentro de ella se revolvía excitado cuando lo recordaba.

—Eso va a ser un escándalo —dijo Jill en cuanto Hermione terminó de hablar, tratando de apartar de su mente el encuentro sexual con Snape —. El ministro se va a ir de culo.

—Esperamos que la gente abra los ojos —dijo Harry.

—Si no lo hacen con eso... —dijo Jill enderezándose de nuevo.

Recordó su tostada e iba a darle un mordisco, cuando sintió una mano tocándole tímidamente el hombro. Giró la cabeza para ver quién intentaba atraer su atención, encontrándose con una Katie Bell muy sonrojada. Sintió los ojos de sus amigos viajar de ella a Katie con extrañeza.

—¿Podemos hablar un momento? —preguntó Katie con una trémula sonrisa.

Katie nunca se había atrevido a hablarle tan abiertamente frente a otras personas, no desde hacía años. No pudo encontrar una excusa válida para mandarla a freír espárragos frente a sus amigos, así que asintió y se levantó de la mesa. De nuevo dirigió la mirada hacia la mesa de los profesores y pudo advertir que Snape las veía con la mandíbula apretada. Una sensación de triunfo embargó su pecho. Así que le molestaba que tuviese contacto con Katie. Pues muy mal por él, pensó. Y siguió a Katie fuera del gran comedor.

Caminaron una junto a la otra rumbo a los terrenos del colegio, bordeando los invernaderos, deteniéndose tras un enorme seto. Katie parecía nerviosa, pero sus ojos chocolate no se apartaron un segundo de los suyos.

Marcados I: Sangre antiguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora