Sangre heredera.

capítulo 11

-¿Estas bien? *Preguntó Jin, mientras yo seguía mirando el lago, la bolsa... Estaba completamente mojada a mi lado...

-... Si... *Me giré para verlo, y dediqué una sonrisa no muy bien fingida para él* No te preocupes.

- No estas bien...*El silencio se hizo presente, por unos minutos que parecían horas infinitas* Vamos *De pie extendió su mano y a los pocos segundos ya estaba de pie a su  lado*... Hay q vestirnos... ¿no crees?

Y fue cuando recordé que solo estabamos usando nuestra ropa interior... Intenté sin mucho éxito tapar mi torso con mis brazos, y el calor se apodero de mi rostro.

-¿Por qué te tapas? ya te vi, además no tienes algo que yo no tenga.

Y esa simples palabras bastaron para que mis brazos descendieran hasta que mis manos llegaron a la altura de mi cintura, Jin me dio mi ropa y fui vistiendome con estas. Ya vestidos caminamos en dirección al palacio, con las estrellas y la luna como acompañantes. El silencio era cómodo y ninguno de los dos parecía querer romper ese silencio. Llegando al Palacio escuchamos el galope de una tropa de caballeros llegando al Palacio, que de las puertas salió preocupada mi madre. Jin y yo nos fuimos acercando.

-¿Madre?, ¿qué sucede?, ¿por qué los caballeros salieron a altas horas de la noche?

Me acerqué a mi madre y ella se giró al escuchar mi voz, sus ojos estallaron de lagrimas, al instante pensé en mi padre.

-¿Ma-... Madre? , ¿Pa-... Padre?-

Me miro por unos instantes y después sentí el impacto en mi nuca.

-¡No seas tonto!... *Tomó un poco de aire para calmarse* Tú... Uf, tu padre esta bien...

-¿Y por qué hay tanto alboroto? *Una vez más mi madre me golpea en la nuca* Au!

-¡Pues por tu culpa!, ¿de quien más? *Notó mi mirada confundida, y suspiró nuevamente*, Uf... Hoy... Lo-los aldeanos que viven cerca del bosque nos informaron que vieron a unos caballeros del Reino Seok en el bosque, muy cerca del Palacio... ¡Y como tú no estabas no sabes lo mucho que me preocupe!

Así que eran caballeros del Reino Seok...

-Amm, yo... Madre, Jin y yo no hemos cenado, así que, pediremos algo de comer a los cocineros Reales.

-Esta bien hijo... *Caminé hacía la entrada, antes de entrar vi como mi madre parecía dar indicaciones a un guardia...

-¿Qué te gustaría comer?, hay muucho que elegir y no se que comer, jeje.

-...

-Estas muy pensativo... *Dijo Jin y me miro, con esa mirada curiosa... Y adorable...

-Creo que comer algo liviano a estas horas de la noche séria lo más adecuado *Dije caminando con los brazos tras la espalda, caminando junto a Jin.

-Mmm, no lo se, ¿qué pedimos? tu eres el Principe.

-Bueno.. Pidamos un banquete *Seguí caminando, pero note que él se detuvo, mi giré y vi su cara una sonrisa sorprendida* ¿Qué?.

-¡Diste justo en el blanco! *Dijo Jin y paso corriendo a mi lado* ¡¿Qué esperas?!. 

                                                                             ..... 

Después de la cena mi madre nos dijo que era hora de dormir, en cuanto lo dijo me sentí cuando era niño, y me avisaba que mi hora de  dormir y dejar de jugar se acercaba. En mi habitación me encontraba preparandome para dormir, hasta que conseguí el sueño.

Fuego... era fuego al rededor de mi ¡en el palacio!, corrí hasta los aposentos de mis padres, pero la puerta estaba en llamas, y a su lado un... ¿manto... verde?, los mantos del castillo son azules... ¡es el Reino Jeon!

Me di cuenta de que todo a mi alrrededor era más alto, más grande, fue hasta que vi un espejo a mi lado... Y en el se vio la imagen de una niña... pequeña, de cabello largo... recuerdo a esta niña, es la difunta Princesa heredera del Reino Jeon... Jeon Min... fue cuando escuche una risa siniestra por todas partes...

-¡Ha!, dulce Princesa Min, tan tierna y dulce, hasta en momentos de terror logra verse hermosa.

De entre el humo y el fuego aparecio una silueta masculina, un hombre alto, siniestro en su totalidad, el rostro del hombre fue facil de reconocer. Era el mago Mírocus Cklifords, el mago de mi Reino. Lo que pensaba no era lo que mi boca decía.

-Yo... *Sentí como la garganta se me cerraba, o más bien a la Princesa Min* ¿Sabe qué sucedio? ¿por que el palacio esta llamas?

-Bueno... *El mago caminaba al rededor de la Princesa, como si de un león apunto de atacar se tratara* Yo ordené a los guardías que quemaran el lugar. *Y lentamente una enorme y escalofriante sorisa se dibujo en el rostro del mago.

-P-pero... ¡¿Por que?! *De alguna manera, ya participaba de este momento como audiencia.

- ¿Por que cree usted... Señorita? *El mago se quedo a una distancia ni muy corta ni muy lejana* No me melinterprete dulce princesa, el poder no es lo que me motivó... Por ahora... Y no me voy a deshacer de usted tan pronto, primero... Jugemos un poco ¿le gustaría? *El mago comenzo a flotar, sus piernas se volvieron un humo negro y espeso.

Comezó a acercarse a mi, bueno, más bien a la Princesa Min, y de pronto comenzó a correr, y entre los pasillos a demás de fuego... Estaban los cadaveres de la servidumbre del castillo y los caballeros y guardías del Reino, que parece batallearon contra el mago.

-¡No puede escapar! ¡dulce Princesa!, mientras más corra, ¡hace que me enoje más!

Fue que la Princesa llego hasta un pasillo tal parece sin salida, pero a un lado habían unas escaleras. Era la muerte o esas escaleras, y rápidamente corrío hasta el techo del castillo, y la imagen más cruel que podía pasar frente a los de una niña se veía en el pueblo del Reino.

La gente era sacada a la fuerza de sus casas, otras parecían ser asecinadas dentro de sus casas, el pueblo ardía al igual que el palacio. Todo era consumido por el fuego, provocado... ¡por caballeros!, no... esperen... No son caballeros del Reino Jeon... Sus armaduras son... De color negro... A espaldas de la Princesa se escucharon una vez más las macabras risas del mago.

-Bueno dulce Princesa... Es el fin de la ruta... ¡No hay escapatoría!... Solo... La muerte...

-¡Si la hay! *Fue que los pies de la Princesa saltaron a la inmensa caída...

Y todo se volvio negro...