Capítulo 28. Jugo de cereza

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DESMOND

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DESMOND

¿Entonces te casarás con Amelia?  volteo a ver a Luca . ¿Padre, ya te lo confirmo?

Luca está tranquilo, su mirada suave no se aparta de su violonchelo y su violín, tratando de escoger cuál usar esta vez.

No hay nada que confirmar  me dice mientras toma su violín . Incluso antes de que naciera mi destino ya estaba escrito.

Me levanto del suelo dejando caer mi aburridísimo libro de matemáticas.

¿No crees que es injusto?  le pregunto ayudándole a sacar el violín de su estuche

Claro que no  me da una sonrisa, sus ojos se hacen pequeños y sus hoyuelos salen a relucir . Amelia es una extraordinaria princesa, jamás me arrepentiría de casarme con ella.

Entonces te gusta  le afirmo, el aura tranquila y elegante no se va de mi hermano, incluso después de decirle aquello

 Lo veo acomodarse sonriente en una silla frente a sus partituras mientras da un suspiro.

Yo no dije eso.

Antes de que pueda decirle algo más empieza a tocar una hermosa melodía, vuelvo a tirarme al piso y utilizo el libro de matemáticas como almohada mientras escuchó a Luca tocar, cierro mis ojos dejándome llevar por la música...

No encuentro a Conan por ningún lado, he buscado debajo de cada mesa, detrás de todos los floreros, incluso en las aguas de la fuente, pero no hay rastros de él. No puede ser que se allá ido, estoy empezando a preocuparme y a ponerme ansioso.

—¿Seguro que no lo viste? — le pregunto a Medras quien me ha estado ayudando a encontrarlo

—La última vez que vi a Conan se veía algo... raro — Medras niega con la cabeza —. Lo vi tomarse tres copas de vino de un solo trago.

—¡Y apenas me lo dices!

Empiezo a caminar hacia la salida del salón, paso junto a Amelia que está hablando con más chicas, todas me voltean a ver y le dan una miradita a Amelia, ella solamente se sonroja de vergüenza y me sonríe, hago lo mismo y sigo mi camino oyendo las pisadas de Medras detrás de mí.

—¿La princesa y usted tuvieron algún percance? — Medras me pregunta mientras giramos un pasillo a dirección a mi habitación de huésped —. Los vi irse y volver a entrar un poco...

—No fue nada — le digo tratando de mantener la calma —. Pude arreglar las cosas con ella como mejor pude, tal vez herí sus sentimientos, no era mi intención, créeme.

—Le creeré siempre su alteza.

Cuando por fin llegamos a mi habitación nos detenemos en seco al ver la puerta entre abierta, Medras me hace a un lado y su pose se convierte a una de guerra, no hacemos ruido, Medras pasa un mechón de su cabello tras su oreja y empuja con un poco de fuerza la puerta. Los dos nos quedamos quietos al ver lo que sucede adentro, las tres personas que están ahí también, nadie su mueve.

CORONADO: EL AMANTE DEL PRÍNCIPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora