Capítulo 24. Mi querido oxígeno

1.1K 176 52
                                    

DESMOND

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

DESMOND

No puedo sentir mi cuerpo, es como si volara lejos y más lejos de todo, incluso ya no sé si estoy respirando, mantengo mis ojos bien abiertos aunque por dentro este sufriendo de dolor, veo como el agua se mueve delante de mí y como pequeñas burbujas viajan hacia arriba, es maravilloso. Realmente no me da miedo morir, pero si el dolor que me conllevaría sobrevivir.

Me inundo de mi recuerdo más oscuro mientras dejo de respirar.

—¿Han visto a Luca? — nadie me responde, pero sigo insistiendo —. No lo he visto en todo el día, su fiesta de cumpleaños ya casi empieza...

—Lo vi irse hacia el bosque — Vicky pasa junto a mí con una canasta llena de huevos —. Me dijo que quería un momento de paz en el lago.

Salgo corriendo hacia el bosque, a Luca jamás le importaría si voy, mi presencia no le molesta en absoluto o eso creo yo. Su fiesta de diecisiete años se celebra hoy y todos los reinos están invitados, pero de vez en cuando a Luca le gusta nadar en el lago, dice que es relajante, a mí no me gusta pues sus aguas están heladas.

Al llegar al lago no veo a nadie, ni siquiera los zapatos de Luca, reviso minuciosamente el lugar hasta que...

No.

Díganme que estoy soñando.

Luca...

Apenas si alcanzo a ver su cuerpo en el fondo del lago gracias a su agua cristalina, mi hermano se está ahogando...

¡Luca! — entro corriendo al lago, su agua helada me congela los huesos —. ¡Luca, vamos, no me hagas una maldita broma!

Lastimosamente, no era una broma, pues no me contesto, ni siquiera se movió, lo arrastre hasta la orilla del lago, su cuerpo temblaba, su piel estaba azulada, aún llevaba puesta su ropa, su cabello caía en su frente mojándola, sus labios estaban tan rojos que temí que ya no respiraba...

Jamás volvió a despertar.

Nunca pude felicitarlo por su cumpleaños, no pudo recibir abrazos, ni un pastel, nada. 

Alguien me toma de la cintura, el agua helada del lago deja de quemar mis huesos, vuelvo a respirar, toso un poco de agua y la escupo hacia la tierra, me agarro el pecho con dificultad ¿Luca hubiera sentido lo mismo si es que hubiera despertado?, jodido dolor que hubiera sentido.

Las manos de aquella persona siguen sosteniéndome, no sé por qué me siento tan relajado, mi vista sigue en el lago, tampoco sé por qué en mi cabeza se cruza el rostro de Conan así que volteo rápidamente para poder verlo...

Eric...— susurro y con cuidado me suelta

—¿Qué pensabas? — se levanta enojado —. ¿No pensaste en las personas que pudieron verte así? Por un segundo casi... imaginé lo peor.

CORONADO: EL AMANTE DEL PRÍNCIPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora