Capítulo 39. Mientras el rojo viva, la persona de vida eterna igual

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CONAN

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CONAN

Caigo boca arriba sobre un suelo oscuro lleno de polvo, me levanto tosiendo un poco y sacudiendo mi cabello, entorno los ojos para poder ver algo. Camino como puedo con temor por el lugar, ya que da un poco de miedo, todo está enredado en un humo sombrío, ni siquiera sé si estoy yendo para la izquierda o derecha todo es muy confuso y mi cuerpo se siente raro como si no perteneciera a este lugar.

Risas vienen de lo lejos, me detengo para poder oír de donde vienen, el humo oscuro se esfuma cuando un niño pequeño pasa corriendo por él, lleva en su mano una espada más grande que él, la lleva arrastrando haciendo un ruido espantoso que hace que me tape los oídos.

—¡Ya la conseguí!— el niño grita a alguien que no puedo ver —. Te dije que lo haría.

Me acerco sigilosamente para verlo con claridad, pues aun el humo que queda me tapa su rostro, atravieso el humo por fin, viendo al niño cara a cara, paralizándome por completo.

Esos ojos...

Ese cabello...

Esa sonrisa...

—¿Desmond?

El niño no me escucha y vuelve a correr lejos de mí riendo, lo sigo hasta que por fin veo a alguien más y mi entorno se ilumina, ya no hay humo, ni piso oscuro, ahora todo es de un amarillo amanecer. 

—Yo nunca te dije que trajeras nada Desmond.

Dios santo, si es Desmond entonces el otro niño debe ser...

—Ah no no, no me dejarás solo en esto Luca.

Los dos deben de tener entre siete y seis años.

—Solo dije que la espada del padre de Medras era magnífica.— el pequeño Luca se cruza de brazos —. Jamás dije que fueras y se la robaras.

—No se la robe.— Desmond intenta levantar la espada, se da por vencido segundos después —. Únicamente la tomé prestada. Además, algún día me pedirás que luche a tu lado... necesitaremos espadas.

Luca se ríe y se acerca a su hermano revolviendo su cabello.

—En estos momentos tú no debes preocuparte por eso, ni por espadas, ni por pelear a mi lado...

No sé dé donde, pero el humo negro vuelve a aparecer rodeando a los niños, corro extendiendo una mano hacia el pequeño Desmond, rozo la punta de su dedo, puedo notar como es que por un segundo él voltea a verme antes de desaparecer.

Mi alrededor cambia y ahora estoy en el bosque, se ve algo borroso, menos las personas que tengo al frente. Ahora más mayores, no lo sé, tal vez de, quince y catorce años, Luca y Desmond están mirándose de arriba a abajo con una mirada feroz llena de poder, me da un escalofrío de solo verlos. Se parecen tanto, sin importar que sus ojos y cabellos sean diferentes, ellos tienen esa energía atractiva que hace que todos quieran seguirlos a todas partes.

CORONADO: EL AMANTE DEL PRÍNCIPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora