Capítulo 3. Trofeo

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CONAN

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CONAN

No soy ninguna exhibición, pero todos me ven como si lo fuera. Siempre he sido el rechazado, nunca tuve un amigo de verdad, todos solo me querían y me quieren por mi magia, lo único real de mí.

Teñí mi cabello de rubio cuando tenía solamente 15 años, odiaba mi tono rojizo, la gente corría de mí o hablaba a mis espaldas sobre mi cabello rojo, "mírenlo como se pavonea con ese cabello suyo"  decían, sin embargo, a la semana pequeños cabellos rojos crecieron poco a poco, y los cabellos rubios se tiñeron en un pestañear de nuevo a rojos, de ahí jamás intente volverlo a teñir.

Siento el filo de una espada en mi cuello, es fría y sé que solamente basta con un movimiento para terminar todo.

—¡Espere! Su majestad solo observé, este chico está curando al príncipe Desmond.— No me muevo, no volteo a ver al rey, no veo si sus ojos están en mí o en su hijo que está en el suelo, solo tengo mis pensamientos en la espada en mi cuello 

Mis manos dejan de tocar y curar al príncipe en cuanto, siento que su cuerpo, sus heridas y sus latidos vuelven a la normalidad, el rey al observarlo aleja su espada de mí y se da la vuelta, sus pasos suenan en toda la arena, uno tras otro como si de un gigante se tratara, le menciona algo a sus guardias, mientras tanto mi vista vuelve al príncipe, pero la alejo rápidamente no quiero estar admirándolo más, no por ahora...

Me levanto con rapidez y volteo a ver a todos lados, pero mi vaca Luu ya no está, mi corazón empieza a latir fuertemente sin saber a donde huir o que hacer.

—Vendrás con nosotros.— un guardia ya me tiene sujeto de un hombro arrastrándome fuera de la arena —. El Rey quiere verte.

—Mi vaca vendrá conmigo.— al decir eso el guardia me mira furioso como si llevar a mi vaca fuese una locura 

—Está bien, tu vaca estará en el palacio mientras el Rey y tú hablan.

Con una sonrisa de satisfacción, dejo que el guardia me siga arrastrando hasta llegar a un carruaje, al subir por la pequeña ventana puedo ver como guardias y una chica de cabello radiante rodean al príncipe, como si él supiera que lo estoy mirando voltea a mi dirección, nuestros ojos se encuentran unos segundos antes de que el carruaje avance.

El reino Umbria da miedo, nunca me gusto vivir aquí y por eso escape a las montañas, es frío y sus climas siempre son nublosos, el castillo se alza delante de mí mientras más avanza el carruaje, los tres guardias me miran con asco, no sé si por mi apariencia o solo porque soy un rojo, tal vez por las dos.

—Bien, te escoltaremos hasta la torre donde verás al Rey, tu vaca se quedara en los establos.— los guardias bajan junto a mí del carruaje mientras entramos al palacio, muy bello a decir verdad —. Pensábamos que los tuyos ya estaban extintos después de que nos traicionaron.

No contesto, me limito en seguir caminando cuando realmente tenía unas ganas inmensas de soltarle un golpe.

—Los rojos para nosotros no son nada, no creas que su majestad te dará una recompensa por salvar al príncipe Desmond, él también odia a los rojos, así que ve rezando o lo que sea para que te tenga piedad.— Los tres guardias ríen al mismo tiempo

No me dijeron nada más hasta llegar por fin a la torre del rey, la más alejada de todo, la más lujosa y la que posiblemente tuviera más secretos ocultos que cualquier otra.

Me dejan esperando en el pasillo hasta que el Rey llegará, mi curiosidad es mucha y a veces odio tenerla, camino por el largo pasillo de la torre, sus paredes de piedra gris hacen que me dé un escalofrío, oigo unas voces no muy lejos de mí...

—¿Doctor seguro que Desmond está bien?

—Si Medras, su alteza está bien, sus heridas están curadas, no hay nada de que preocuparse.

—¿Ese rojo lo curo de verdad?

Las voces provienen de un cuarto al fondo del pasillo, parece una especie de enfermería, pero tiene más libros y botellas que otra cosa, mirando por la rejilla de la puerta veo al doctor, al que parece ser un guardia, su inusual color de cabello hace que resalte de los demás y sentado en una silla y jugando al ajedrez se encuentra el príncipe, tan tranquilo, mueve las piezas lentamente pensando cuál mover y cuál dejar en su sitio.

—Lo quiero.— dice el príncipe, los demás incluyéndome, nos quedamos en silencio —. Aquel chico rojo debe quedarse aquí.

—¿Y cómo para qué lo quieres?— el guardia con cabello morado uva se sienta en una silla cerca del príncipe

Al querer acercarme más para escuchar terminó cayendo tras la puerta, doy un giro y caigo de cara hacía el guardia, el doctor da un grito y todos se quedan asustados.

—Hola.— digo parándome lo más rápido posible

—Con que aquí estás.— dice alguien tras de mí, el doctor y el guardia hacen una reverencia —. Creí que habías escapado. Vamos tengo que...

—Él debe de quedarse.— el príncipe se levanta con una pieza de ajedrez en su mano y se acerca a su padre —. Dijiste que si un rojo se cruzaba en tu camino sería el destino y traería bienestar al reino, él debe de quedarse.

Jamás imaginé estar en una situación de lo más rara, El rey y el príncipe peleándose por mí, suelto una risita que hace que el ambiente serio se quiebre.

—Lo siento.— no puedo dejar de reír —. Pero yo no soy ningún trofeo, sé que ustedes son la autoridad, pero no mi autoridad, no pueden decidir que hacer o que...

Un fuerte golpe me da un la nuca, agarro mi cabeza con fuerza, pero todo a mi alrededor da vueltas.

—¡Medras! ¿Qué has hecho?— el príncipe agarra del cuello al guardia que sostiene un jarrón en su mano

Eso fue lo último que vi antes de caer al suelo...

Medras todo un loquillo jajajaj, ayy el príncipe es súper directo OMG. Bueno aquí está el tercer capítulo, espero que les este gustando, si quieren saber cositas más sobre la historia síganme en mi Instagram aparezco como maralamonroy.
Gracias por sus comentarios y sus votos.

Ala. 👑





CORONADO: EL AMANTE DEL PRÍNCIPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora