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 ¿Entonces..? ¿Me dirás a dónde estamos yendo? — le pregunta a Tzuyu por enésima vez.

Predecible como siempre, la cazadora suspira. — Yo quiero irme a mi casa. — Sana asiente. — Pero no voy a ir allá si me estás siguiendo. Ni loca te dejaré saber donde queda la mansión.

Sana ríe por lo bajo. — Como si quisiera ir a un sitio lleno de cazadores armados. — se rasca la mejilla. — Aunque, me encantaría estar contigo en tu cuarto... en tu cama... 

Calla — arremete de una vez Tzuyu, empujándola en el hombro. Como dice, tan predecible... Una o dos palabras tontas y ya la tiene sonrojándose cual quinceañera, comiendo de la palma de su mano.

Tzuyu es muy divertida. Le causa mucha gracia cuando va en sus planes de "Huhhh, eres un monstruo, te odio, te voy a matar", y aún así termina con su lengua dentro de su boca, la suya propia saborizada con su dulce sangre. 

Ah, si tan sólo la cazadora fuera un poquito más sincera con lo que quiere...

O quizás no. Quizás lo más divertido de ella es su incapacidad de decir la verdad.

Tzuyu le dice "aléjate, imbécil" mientras la atrae por su nuca. Le dice "uy no, no somos amigas, déjame en paz" pero la escucha con atención cada vez que Sana le cuenta de su día a día. Le dice "te odio, arruinaste mi vida" mientras la observa con ojos brillantes, deseosos de algo más.

Algo que Sana no puede darle.

Pobre Tzuyu. ¡De verdad! Incluso alguien tan perverso como Sana puede sentir lástima. Será un monstruo sin escrúpulos y todo lo que quiera, pero incluso los monstruos como ella tienen sentimientos.

Y Sana se siente genuinamente apenada de todo lo que le está haciendo. No lo suficiente como para detenerse (ese cuello bronceado es su más grande tentación...), pero sí lo suficiente como para sentirse un pelín mal.

Pero no es culpa de Sana que Tzuyu se enamore de alguien a quien clama odiar. ¿De verdad sólo le bastaron un par de besitos, una que otra palabra bonita? 

Pobre niña. En momentos como este es que es más consciente de la humanidad tan pura e inocente de la cazadora... y de la falta de la suya. 

Ni modo.

La idea siempre fue jugar con ella hasta que fuera demasiado problemático — es decir, escabullirse casi todas las noches en un bosque que entre sus periferias esconde a un montón de cazadores no es lo más inteligente que puede hacer. Si Mina se enterara de lo que hace, primero la mata ella antes que cualquiera del clan Park.

Pero no puede detenerse... no puede, ya lo intentó.

No sólo es su sangre. Aunque sí es lo primordial. Es... es toda ella. Tzuyu es muy linda, muy hermosa, probablemente la mujer más bella que haya visto jamás, y eso que en sus años viva ha visto mucha gente; incluyendo su propio reflejo en los espejos. Es muy graciosa — eso ya lo dijo antes, es que le causa mucha gracia como la cazadora fría y enfocada se vuelve un manojo de nervios entre sus brazos.

Es sorprendentemente tierna. Atenta, incluso si no quiere serlo. Auténtica.

Fascinante.

Sí, tal vez esa sea la palabra más adecuada para describir lo que siente por Tzuyu.

Le fascina. Le intriga mucho tocar sus botones y desesperarla, provocarla, ver como alguien que ha sido entrenado toda su vida para ser estoico, frío y sin sentimientos, explota en emociones sólo por ella.

Si es sincera, Sana jamás había tenido a un cazador tan de cerca. A veces se pregunta si el resto de ellos son así como ella. Así tan... absorbentes.

De momento, no cree que exista alguien tan gracioso como Tzuyu. Ni alguien con una sangre tan dulce. Así que, por ahora, no planea buscar a nadie más.

Sólo que, a veces tiene hambre, a veces sólo tiene gula, y no es Tzuyu el humano más cercano para beber.

¿Pueden culparla? 

No quiero que bebas más de Momo. Ni de nadie más. — de la nada afirma Tzuyu, por pura coincidencia. Han caminado hasta un balcón del centro comercial, a fueras de un local del mismo. El sol está cerca a ponerse, y siguen bajo la sombra, pero aún así Sana acomoda su silla hacia el costado más lejano de la luz. Lo que menos quiere es calcinarse bajo el sol.

¿Oh? ¿Sigues con eso? ¿Por qué no? ¿Estás c-

Antes que lo digas, no estoy celosa. — se apresura a aclarar. Sana sonríe, no le cree nada. — Es muy peligroso. Para todos... para ti. ¿Sabes cuantos estudiantes de la universidad son en realidad cazadores? 

¿Estás preocupada por mi, muñeca? — Sana se siente complacida. La preocupación de Tzuyu casi le resulta tierna. Casi. — Puedo cuidarme sola. 

Tzuyu niega con la cabeza. — No todos los de mi clan son tan benevolentes como yo... 

En todo caso. Si me llegan a atrapar... ¿qué te importa? — pregunta Sana, entretenida. Nota a Tzuyu morderse el labio. Está avergonzada... Ah, que obvia le salió la niña. 

No te hagas ideas equivocadas. — asegura la castaña, carraspeando la garganta. — Soy yo quien debe matarte. No quiero darle el gusto a nadie más. 

Como digas, linda. Me da gracia que sigas negando que te mueres de amor por mi.

Pff. "Amor". Como si supieras de eso. 

¿Ah? ¿Tu sí? 

Tzuyu desvía la mirada.

Eres cruel Tzuyu. ¿Por quién me tomas? No soy un monstruo sin corazón. — explica Sana, pero por su tono condescendiente sabe que la cazadora no le cree nada. — ¡Es en serio! Ah. Nunca te conté como me transformaron, ¿cierto?

Eso parece llamar la atención de la más alta, quien alza una ceja, interesada.

Pues, verás: Todo empezó... en el Japón feudal..

❝〔 cinderella 〕❞   ;  satzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora