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arupikku | worry

Pieck, junto a su compañero de clase llamado Armin, era la mejor de su clase de alemán en la escuela de idiomas de su ciudad. Ambos sacaban la misma nota en todo, pero justo después de que un día Pieck se levantase repentinamente de su asiento y se fuese de clase sin decir nada eso cambió, convirtiéndose en la segunda mejor de la clase. Además, en clase se veía muy cansada y desmotivada.

—Pieck —dijo Armin acercándose a ella mientras ella recogía sus cosas, pues la clase ya había acabado por hoy.

—¿Qué pasa? —preguntó ella mientras se ponía su bolso en el hombro.

—Um... —Armin estaba un poco nervioso, pues estaba preocupado por ella, pero realmente no es que fuesen cercanos como para preguntarle y no quería molestarla de ninguna forma posible, pero quería hacerle ver que se preocupaba por ella y que podía contar con él si lo necesitaba para cualquier cosa—. ¿Estás bien...? —se atrevió a preguntar por fin mientras ambos salían por la puerta de la clase—. Tus notas han bajado un poco, y se te nota muy cansada en clase... —Pieck asintió con entendimiento. Sabía que no había sido muy disimulada al respecto, pero eso no le importaba.

—Estoy cuidando de mi padre —dijo ella mientras caminaban por el pasillo hacia la salida—, está ingresado en el hospital.

—Oh, lo siento mucho —dijo apenado—. Entiendo tu situación, por mi abuelo... Si necesitas algo, cualquier cosa...

A Pieck le apetecía un abrazo, incluso si era de él, un compañero de clase al que a penas conocía bien; lo necesitaba, pero no tenía la confianza como para pedírselo. Le tocaría esperar a ver a alguno de sus mejores amigos, Porco y Marcel, aunque siendo ya jóvenes adultos con responsabilidaes como la universidad y trabajo, verlos muy a menudo ya no era una opción.

—Si quieres hablar de ello... Y si no, también es entendible y respetable.

—Es neumonía. Le pasa todos los inviernos desde hace ya bastante tiempo. Pero cada año me preocupo más, por obvias razones.

—Entiendo. ...En situaciones así, es bueno y necesario distraerte, si algún día quieres salir por ahí... —ella sonrió.

—Gracias, eres muy amable. Lo tendré en cuenta.