Epílogo

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Estaba en el control policial del aeropuerto esposado, pero eso no le importaba, nada le importaba desde ahora. Con la cabeza gacha, devastado en ese asiento, todo parecía distorsionarse, no podía escuchar nada, o siquiera ver a su alrededor, algunos oficiales lo miraban con curiosidad, otros con gracia.

Los oficiales le hacían preguntas, pero éste no respondía, sólo mantenía la mirada puesta en el suelo.

Hasta que llegó ella.

Hyunjin levantó la cabeza al oír su nombre, su madre se encontraba en la puerta del control policial, el peliteñido la observó bien, notó que había estado llorando pero lo que más le llamó la atención fueron esos pequeños raspones en su mejilla, tragó saliva viendo como la mujer que le dio la vida corría a sus brazos. Jiwoo lo abrazó, con las manos temblorosas acarició el cabello de su hijo, mientras se desvanecía en el suelo, Hyunjin se aferró a su madre buscando contención, protección, cariño, amor.

Cosas que Felix ya no podía darle.

Hyunjin inspeccionó el rostro de su madre, aparte de los raspones en su mejilla, notó que su ojo derecho comenzaba a tornarse morado, la miró apenado y volvió a aferrarse a sus brazos, quiso abrazarla pero sus manos seguían esposadas. Arrodillados en el suelo, sin importar que esté pasando a su alrededor, sólo existían ellos dos, apoyándose mutuamente tras la perdida de dos personas muy especiales.

Jiwoo condujo en silencio por la carretera vacía, fría, con el sol ya escondiéndose, y siendo reemplazado por nubes más oscuras, observó a Hyunjin en el asiento de junto, su hijo miraba por la ventana, perdiéndose en ese montón de árboles.
Hyunjin iba reconociendo su vecindario, y le dolía volver solo, sintió una presión en el pecho que no desaparecia. Intentó alejar esos pensamientos de su cabeza, cerró los ojos negándose a ver su propio barrio, pasaron por la tienda de cd's, por el parque dónde había dejado plantado a Felix, por el centro, por la humilde cafetería al final de la calle. Absolutamente todo, malditamente todo le recordaba a él.
Su madre estacionó enfrente de su casa, Hyunjin bajó del auto y sin esperar a su progenitora entró a la casa, Jim como siempre lo recibió con unos ladridos juguetones y una lamida, el peliteñido lo apartó, malhumorado. Pero Jim insistía, persiguiéndolo por toda la casa. Jiwoo entró a la casa, dejó las llaves sobre la mesa, toda la casa estaba hecha un desastre por la discusión que ocurrió sólo hace un par de horas, había perdido ese brillo que solía tener, ahora sólo estaba... lúgubre.

— Hyunjin —llamó la atención su madre, pero el susodicho solo la ignoró subiendo las escaleras, hasta que ella volvió a insistir, con la voz quebrada—. Perdón, i-intenté de todo para detenerlo, pero él... se volvió loco, me pegó...

Hyunjin apretó los labios, comenzando a bajar los pocos escalones que había subido, y la abrazó con toda la fuerza y el cariño que un hijo le tiene a su madre, le susurró que no se preocupara, que no era su culpa y que descansara, había sido un largo día para los dos.

El peliteñido subía las escaleras sin ganas, con su perro pisándole los talones, Jim movía su cola, feliz de ver a su dueño, pero no veía a su otro dueño, por lo que fue a buscarlo a su habitación, ladrando.

— Jim, joder, deja de ladrar, él no está ahí —masculló molesto,
sin tomarse la molestia de pisar esa habitación, directamente entró a la suya. El golden retriever lloraba al no encontrar al castaño y volvió a la habitación de Hyunjin—¿Ves? te dije que no está.

El canino subió hasta la cama, acostándose a su lado, apoyando su cabecita en el estómago de su único dueño. Este seguía llorando.

— Sé que lo extrañas, pero joder, tendrás que acostumbrarte a su ausencia —dijo acariciando las orejitas de Jim—. Los dos, tendremos que acostumbrarnos.

i hate you - hyunlix (adaptada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora