Capítulo 3: Sentimiento amargo en el pecho

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—LianHua-Zhi, un gusto encontrarlo por aquí.

Lan Sizhui asintió suavemente con la cabeza después de la reverencia que le ofreció la mujer frente a él.

—Qing Mei. —Saludó cordialmente.

—¿Se puede saber a dónde iba? —Lan Sizhui no dijo nada. —Por mi parte, iba en camino a mi casa. Mi esposo me espera junto a mi hijo.

—Es una agradable coincidencia. —Dijo, con la calma que lo caracterizaba siempre. La mujer aún mantenía una sonrisa extraña en su semblante. —Mi esposo me espera en casa. Me dirigía en este momento allá, espero que pueda comprenderme y...

Qing Mei no lo dejó terminar. —¿Su esposo esperándolo? Espero no sonar entrometida, LianHua-Zhi, pero acabo de ver a Zhen Ling con Jun Wan hace varios minutos. Parecían estar divirtiéndose bailando muy juntos.

El semblante tranquilo de Lan Sizhui flaqueó,  e inconscientemente apretó el manijo de su simple maletín. Su mirada bajó, siendo notado por Qing Mei, quien tapó su rostro con la túnica larga de su brazo.

—Lo decía porque estoy preocupada por ustedes. —Lan Sizhui levantó la mirada al oír aquellas palabras. —¡El día de mañana será la competencia y ustedes no están practicando! No me mal entienda, LianHua-Zhi. Yo quiero ganar. Pero no quiero triunfar teniendo a mi competencia totalmente desecha como equipo. Debería de hablar con su esposo y practicar lo que queda del día.

—Entiendo. Muchas gracias por sus palabras, veré lo que puedo hacer.

Y sin darle oportunidad alguna de que aquella mujer se despidiera, Lan Sizhui se fue tan con paso apresurado, sin llegar a correr en el proceso, a su casa.

El corazón de este empezó a doler, tal y como lo hacía desde hace varios días. Desde que Jin Ling empezó a enseñarle a Jun Wan, había tenido poco tiempo para estar junto a él. Ambos vivían en la misma casa, desayunaban juntos como siempre, pero al momento del almuerzo, ninguno de los dos sentados en la mesa estaban. Al llegar la noche, Lan Sizhui salía solo a cazar criaturas malignas que rondaban afuera de la zona, a diferencia de hace unos días, que lo hacía junto a su pareja y disfrutaban de la luz de la luna.

Lan Sizhui no era tonto, él sabía del propósito de Qing Mei. Detrás de su preocupación se veía más intenciones que no correspondían a su sentimiento principal.

Sin embargo, el pequeño sentimiento de tristeza mezclado con enojo crecía dentro de el.

Quería hablar con su esposo, pero, ¿no se suponía que él era el valiente? Jin Ling jamás le dio razones para desconfiar, y el que llegara cansado no era una excusa, ¿o si?

Abrió la puerta de su casa y como dijo Qing Mei, Jin Ling no estaba. Dejo su maletín a un lado y pasó. La comida no estaba servida, pero en la mesa encontró la misma pequeña nota escrita.

“Salí con Jun Wan. Sírvete la comida. Debe de permanecer caliente aún.”

Fue un almuerzo silencioso.

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