Capítulo 3.

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— Me parece absurdo estar aquí.

— Piensa que estás haciéndolo por mi — escucho la risa irónica de Aloia—. Para espantarme a los paparazzis — ella rueda los ojos.

— Tener que hacerte de guardaespaldas porque tu novio sea un inconsciente no me parece justo — suspiro asumiendo la dureza de sus palabras—. Además, aún no me ha presentado a ningún amigo suyo, no merece que te deje salir de casa — me río negando con la cabeza—. Cambiando de tema, creo que nunca hemos comentado lo vagos que son los de este equipo, ¿juegan al lado de dónde entrenan? Es absurdo, cuánto menos.

— ¿Intentarán ser más ecofriendly?

— Siendo patrocinados por un jeque no creo que les importe demasiado el planeta, Ainhoa — asiento dándole la razón, cruzamos una carretera hasta llegar a la entrada—. ¿Por qué te dejan entrar aquí? — sorprendentemente, el sol de invierno brilla sobre nosotras.

— Me conocen, llevo dos años con Jack.

— Los dos años peor invertidos de tu vida, dices — sonrío ante el guardia que me saluda con la mano y nos deja pasar—. Que señor más gracioso — río escuchándola.

— Tampoco es que hubiera encontrado nada mejor en estos dos años que me hiciese cambiar de opinión, además estoy bien con Jack — ella asiente apretando los labios.

— Es la tercera vez que te tienes que cambiar de número en tanto tiempo, ¿eres consciente de ello? Yo llevo con el mismo desde que entré en la ESO — río encogiéndome de hombros.

— Es buen chico, Aloia — ella asiente a mi lado.

— No estoy diciendo lo contrario, es como un perrito, se acerca a todos los que le den un poco de comida, sin importar su dueño.

— No soy su dueña.

— Pero has entendido la referencia — levanto la cabeza y muerdo mi labio inferior—. Mira, ahí viene el príncipe — frunzo el ceño llevando la mirada hacia el frente, Eric viene hablando con un chico con un niño correteando a su al rededor—, y un cani con bebé, ¿pero que tipo de sitcom me está tocando vivir?

— Aloia — río al verla a ella, su pelo castaño se mueve cuando gira su cabeza hacia mi y los dos mechones rubios de su flequillo se cruzan sobre su nariz por culpa del viento.

— Ya se levanta aire — ella mira hacia el cielo—. Se acabó el sol por hoy, gracias Manchester por tu maravilloso tiempo — suelta con un tono irónico.

— Si se lo agradeces así sólo lloverá más— Aloia sonríe bajando la cabeza escuchando al catalán, me mira a mi y lleva su mirada a Eric—. De no verte nunca a cruzarme contigo a diario, si al final aún voy a pensar que me estás buscando todo el tiempo — le dice a mi amiga, que le guiña un ojo con una sonrisa alegre.

— Sabes que sí, guapo — Eric posa su mirada en mi y la baja a mi pie, vendado.

— Al final te hiciste daño el otro día— me encojo de hombros sin dejar de sonreír—. Perdón, él es Phil — dice en un inglés bastante bueno—. Ellas son Aloia — señala a mi amiga, la que va hacia él para darle un par de besos— y esta Ainhoa.

— ¿La chica de Jack? — Aloia suelta una ligera risa apartando la mirada, yo aprieto los labios y asiento— Nunca nos había presentado, encantado — sonrío y le doy un par de besos.

— Pareces bastante conocedor de las costumbres españolas — le comento alejándome un poco.

— Eric me ha enseñado lo suficiente — le dice, posando una mano sobre su hombro—. Jack estaba ... — frunce el ceño y Eric le da un codazo—, dentro, creo — señala hacia el pelo, yo asiento siendo consciente de lo mucho que tarda en realidad—. Ronnie, ven aquí, ¿y mamá?

Starlight • Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora