Capítulo 11.

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— Entonces le has dicho que lo has dejado con Jack — asiento mientras camino a la par de mi amiga—. ¿Y no ha hecho nada? — niego.

— Es muy caballeroso, o al menos lo parece — le digo viéndolo hablar con su amigo mientras baja las escaleras—. Entiendo que no lo haya hecho — mi amiga asiente.

— ¿Y entiende que quieras ir a ver a tu ex, después de que te hiciera llorar? — aprieto los labios y me encojo de hombros.

— No se lo he dicho, pero tampoco lo considero un problema. Es decir, quedamos en buenos términos a pesar de todo lo que pasó, ¿sabes? — asiente— Entonces... darle la enhorabuena por un partido que ha jugado bien no lo considero un delito.

— Razón tienes, pero...

— Ya, lo sé — la corto antes de que diga nada más.

— ¿Cómo se tomará Jack que lleves la camiseta de Eric? — me encojo de hombros.

— Él nunca me había dado una suya, ni siquiera se había preocupado tanto por mi como él desde que lo conozco. Me da igual como se lo tome, no dependen de él mis decisiones.

Mi amiga suspira soltando una pequeña risa. La miro de reojo, traga saliva fijándose en mi.

— Tengo que decirte algo— asiento, veo como sus hombros se alzan y bajan de nuevo—. Voy a expandir el local, aquí nos ha ido bien, el local de Londres también, el de Liverpool también... Quiero llevarlo a España — la miro fijamente—, y quiero que vayas tú — habla seria, algo que la caracteriza es la frialdad con la que toma las decisiones relacionadas con su trabajo—. No hay nadie más preparada que tú y... es el momento perfecto de que vuelvas a casa — trago saliva—. Por favor, Ainhoa, eres la única persona en la que confío para hacer esto, y... — asiento inconscientemente— ¿Qué?

— Que sí, que vale — le digo sin pensar—. Que voy.

— ¿Así de fácil? — busco con la mirada a Eric, que habla con Phil y Ansu — Sí que te ha hecho cambiar de parecer.

— Quiero intentarlo, es el chico perfecto — murmullo—. Es... no tengo palabras, es un chico increíble.

— Bueno — me abraza por los hombros con media sonrisa—, me alegra que te haya hecho cambiar de parecer, sí que tenía razón cuando me dijo que era insistente.

— ¿Cuando qué?

— No te hagas la tonta, que sé que me escuchaste hablar con él en el bar — aprieto los labios agachando la cabeza—. Ahí ya empezaste a cambiar — río colocándome un mechón de pelo detrás de mi oreja—. Pero bueno, mejor, mira lo mucho que has cambiado en pocos meses.

— Ya... no reconozco a la Ainhoa que era antes de conocerlo — Aloia ríe.

— Es lo que tiene darte cuenta de que mereces más de lo que tenías, Ainhoa — asiento—. Me alegro de que sea con él.

— Y yo — miro hacia ella—. Te voy a echar de menos.

— Que blandita, no me lo esperaba — ríe—. Pero no te vas a ir aún. Ahora que tengo tu sí voy a empezar a preparar las cosas, lo que sí es que deberías buscarte alojamiento — asiento—, así que puedes aprovechar e irte unos días — suspiro sintiendo cómo me da una vuelta el estómago—. Si no quieres, no pasa nada, puede encargarse Joan desde allá— asiento—. Pero prefiero que lo hagas tú, así también ves el local, puedes poner algún anuncio... Ya sabes — asiento de nuevo—. Menos mal que has dicho que sí, no había pensado en nadie más y mi hermano... ya sabes — sonrío.

— Ya, Brais es muy él — mi amiga ríe—. ¿Estará en Barcelona? — Aloia asiente de nuevo.

— Joan busca cosas, Brais le da el visto bueno, siempre hacemos así. Son nuestros locales, y necesito que a mi hermano le guste, él sabe realmente lo que quiero.

Starlight • Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora