Capítulo 14.

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Estiro las piernas en el sofá, me cubro con la manta y recuesto la cabeza sobre el cojín. Escucho cómo la puerta se abre y se cierra, y el resoplido del chico. Cierro los ojos cuando noto su mano darme una pequeña caricia en la mejilla. Sonrío levemente. Escucho sus pasos y cómo se cierra la puerta de la habitación.

— Estás enamoradísima — escucho a mi amiga, resoplo—. Sí, sí... resopla, suspira y haz lo que quieras. Pero vamos, te lo has traído aquí nada más salió del hospital. Desayunáis juntos todas las mañanas. Y no dormís juntos porque no os ha cuadrado.

— Bueno, eso no es así — murmullo abriendo ligeramente los ojos.

— Te ha llevado al fisio porque no se fiaba de que fueras sola.

— Ni tú te fiabas de que fuera sola.

— Eso es cierto — se calla y veo cómo gira la cabeza hacia el pasillo, la puerta del baño se cierra—. Pero porque eres una cabezota, cuando se te mete algo en la cabeza...

— Ya, pero iba a ir igual.

— Más pronto que tarde ibas a acabar yendo, Ainhoa, tiene que ser dolorosísimo.

— Lo es.

— Pues ya está. Pero él quiso llevarte aún así, yo que quieres que haga. Os veo enamoraros más día a día y seguís completamente igual.

— Lo sé... — miro hacia el Baby Yoda que hay en el armario colocado—. ¿Desde hace cuanto está Borja ahí?

— ¿Borja? — escucho la voz de Eric desde el pasillo, lo veo cubierto sólo por la toalla

— El Baby Yoda — señala Aloia sin dejar de pasarle la mirada al catalán por el cuerpo—. Sí que trabajáis bien los del City, sí — murmura.

— Gracias — ríe, entrecierra los ojos—. Joder, no veo nada, me pongo las gafas y salgo. Espero que no lo quitéis de ahí.

— No, no... — dice Aloia embobada—. Amiga mía, estás tardando en hacer algo con él, ¿lo has visto?— asiento— ¿Y estás tan tranquila? ¡Cualquiera mataría por estar con Eric! — grita en un susurro.

— Que ya lo sé.

— ¿Entonces?

— Aloia yo...— resoplo, muerdo mi labio inferior levantándome hasta quedar sobre el posa brazos del sillón, viéndola a ella— Tía, no sé que cojones me pasa con él, pero... no puedo explicarlo — murmullo—. Es algo que nunca me había pasado, Aloia, no sé cómo actuar. Sólo sé que quiero estar con él.

— Cariño — me dice con un tono maternal—, estás hasta las cejas por este chico — sonríe—. Y normal, es un principito — dice obvia—. Pero por favor, haz algo, cómo lo dejes escapar te juro que no te vuelvo a hablar en la vida, Ainhoa, te lo juro.

— No lo voy a hacer... Hemos estado hablando de Barcelona.

— ¿Le has dicho que te vas? — asiento — ¿Y qué te ha dicho?

— Que puedo quedarme con él hasta que encuentre algo, también que... si necesito algo que puede ayudarme económicamente, al menos hasta que el bar de algo y... — aprieto mis labios—. Que iba a estar ahí para cualquier cosa que me hiciera falta.

— Ainhoa, es tu alma gemela.

— Lo sé.

— Es que — da un pequeño grito de frustración—. Espero que estéis juntos antes de que te vayas a Barcelona, me niego a que os oficialicéis lejos de mi, ¿vale? — río mirándola fijamente— Estoucho dicindo moi en serio, parva. Coma se che ocurra que ides facer oficial a vosa relación de soulmates lonxe de min non penso volver a ter contacto contigo.

Starlight • Eric GarcíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora