Capítulo 14: Nosotros los Perdidos - Parte 2

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ADVERTENCIA: EL CAPÍTULO ES BIEN LARGO

Bonnie estaba desnuda de boca arriba en el sillón, mientras que el cuerpo desnudo de Connie descansaba en su pecho. Ambas dormían con tranquilidad. Rafael llegó a la sala ya vestido con su traje común, listo para salir.

No tenía duda que las chicas no eran una amenaza para el, así que no tuvo problema en salir y dejarles una llave junto a una nota invitándolas a comer lo que quieran de la cocina al despertar.

Iba conduciendo. Pasan de las 7 de la mañana

—Por la cantidad de lápiz labial que tenías en tu cuerpo, te divertiste mucho anoche —dijo Héctor en el espejo retrovisor

—Yo no te dije que fueras a dormir —rió

—No es que sea fan de quedarme viendo como un idiota cómo gozas de la sexualidad

—No tienes idea cuánto quisiera construirte un prostíbulo en mi mente solo para ti

—No, para eso tomo el control de tu cuerpo y voy a uno en la vida real, cosa que ya he hecho

—Cosa que te he permitido hacer, mejor dicho

—Cosa que pasará contigo o sin ti, Rafael. No puedo evitarlo, a veces me ganan los antojos

—No es como que el sexo opuesto te atraiga mucho

—No le pongo nombre a las cosas que me gustan. Si tiene un orificio por donde meter mi verga, entonces me gusta

—A veces no sé si estás bromeando o si solo eres tú mismo

—¿Podemos dejar de hablar de tonterías?

—Tienes razón, Héctor. Hay que trabajar, somos el Mayor de los Chicos perdidos

—A pesar que "somos" me suena a multitud, tienes razón en una cosa: hay que trabajar. Tienes la dirección e información personal de todos aquellos que votaron en nuestra contra, piensa cómo podría beneficiarnos

—De hecho todos están limpios

—¿Qué?

—Los investigué por mi propia mano, no han cometido un delito en toda su vida, ni ellos ni sus familiares. No tenemos con qué chantajearlos

—Bueno, no hay de otra. Hay que matarlos

—¿Matarlos? Pero no han hecho nada

—Pero son una verdadera mayoría, idiota. Nadie votó por ti porque creyera en tu palabra, si fuiste elegido es porque compramos los votos con silencio. En cuanto tengan algo en tu contra te matarán

—Hablas como si estuviéramos en una serie de drama sobre una lucha por un trono

—¿Crees que dramatizo?

—Lo hago

—¿Qué tan dramático sería tomar el control de tu cuerpo y estrellar el auto contra la montaña? ¡Eh!

—Tú también morirías, Héctor

—Pero habré probado mi punto —hubo un incómodo silencio, con Rafael verdaderamente asustado

—Héctor, sabes que no he matado a nadie nunca, solo he dado la orden

—Pues no tienes de qué preocuparte, yo los mato

—¡No! Si los matas tú igual va a parecer que lo hice yo, y las pruebas que aparezcan van a ser en mi contra

—¿Acaso olvidas lo que pasó el año pasado?

Cris Conner [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora