Capítulo 23: Nunca se hará tarde

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Por un momento nadie dijo nada en la sala de control, ni siquiera los guardias, quienes no parecían tener un líder específico. Finalmente fue uno que salió entre todos con un arma en las manos. Reía triunfante

—Solo son tres, pero es mejor que nada —dijo. Tanto Galíndez, como Frederick y Marck contemplaron que podrían estar ante el final de sus vidas

Solo que no lo era, ¿o pensaban que iba a dejar morir a estos tres tipos? No soy tan mierda.

En ese entonces no supieron qué fue lo que pasó, pero tres de los guardias empezaron a disparar contra sus camaradas. El primero que cayó fue el que había salido a hablar, quien recibió un disparo en la sien izquierda. Se dio entonces una batalla campal, disparos a lo loco que volaban por el aire y mataban gente. Galíndez, Frederick y Marck se tiraron al suelo, previniendo la ráfaga de balas.

Eran como 40 guardias, sí, y los "insurgentes" eran apenas 3, pero el factor sorpresa de empezar a dispara primero y sin medida fue lo que determinó cierta ventaja a favor de estos.

Los de la Tripulación Fénix no entendieron un carajo lo que estaba pasando. ¿Acaso no se suponía que iban a morir? ¿No se suponía que estaban rodeados? ¿Qué mierda estaba pasando? ¿Ahora qué pasa, doctor García? Es una excelente pregunta, Dorothy.

La verdad no la supieron en ese entonces, ni Marck, ni Frederick ni Galíndez, solo lo asociaron a que los "insurgentes" eran personas que habían sido oprimidas por Grandjean y se alegraban de su muerte, o incluso que hayan sido infiltrados por la policía que estaban planeando la muerte de Messier Grand, y esto les cayó como anillo al dedo y prefirieron ayudar a escapar a quienes les facilitaron el trabajo.

Los muchachos caminaron agachados hasta estar en la entrada de la sala, y entonces contemplaron la guerra que se había encendido: ya no eran solo tres, sino al menos dos decenas los que se diferenciaban disparando contra otros.

Por un momento pensaron que tenían que ayudar a aquellos que, irónicamente, les salvaron, pero, ¿Qué podían hacer? Estaban débilmente armados, contra al menos 20 guardias armados hasta los dientes.

Frederick hizo caso omiso a ese pensar. El ex-SEAL avanzó unos pasos y disparó a precisión contra objetivos fijos. Mató a unas tres personas antes de recibir un disparo en el hombro derecho. Marck y Galíndez trataban de evitar que se acercase en un principio, y ahora solo jalaban el cuerpo de un Frederick que se desangraba.

Habiendo aportado al menos un grano de arena, optó por la retirada. La guerra de disparos prosiguió allá. Dejaron el pelero y corrieron por el pasillo con el Jesús en la boca.

Cuando se toparon con un grupo apuntaron sus armas para disparar antes de preguntar, solo que se trataban de Cris y los demás

—El virus está plantado, tenemos que irnos ahora —llamó Mateo, con la respiración agitada por la corrida

—Debemos ir al garaje a ver si robamos una camioneta —dijo Frederick. Entonces Mateo recobró el aliento totalmente y puso los ojos como platos

—¿Qué te pasó en el hombro? —dijo en un grito

—Es algo que pueden hablar en el camino, no perdamos tiempo con tonterías —regañó Cris, y todos le obedecieron

Corrieron hacia un ascensor y apretaron el botón que marcaba S —1. Ese era el símbolo para Subnivel 1, uno de cinco que habían en el Complejo Salvador. Los subniveles son los que están bajo tierra, mientras que los "niveles" están sobre esta, y son dos, a donde no llega ese ascensor (la única forma de llegar a la superficie por un ascensor desde alguno de los subniveles es casualmente en el garaje, donde se puede llegar al helipuerto).

Cris Conner [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora